Capítulo 7

1.2K 178 153
                                    

Cada día se sentía como tortura para Charles, nada podía curar las ansias de querer algo que no podía tener, y lo estaba volviendo loco. Checo no lo dejó olvidar el hecho de que no sabe montar a caballo y seguía insistiendo en enseñarle. Charles se preguntaba cómo tenía tanta mala suerte, porque si bien esta vez pudo progresar un poquito, Charles sentía que estaba al borde de humillarse, sobre todo porque Checo simplemente no cerraba la boca.

"Relájate, Charlie."

"Lo estás haciendo muy bien, Charlie."

"Bien hecho, Charlie."

"Muy bien, Charlie."

"Justo así, Charles."

La mente de Charles le estaba jugando una muy mala broma poniendo todos y cada uno de los cumplidos que recibía de Checo en un contexto completamente diferente, y el monegasco se maldecía porque dios, él no era un adolescente para andar malpensando todo, y mucho menos para que le estuviera afectando tanto.

El día siguiente no fue mejor. Sergio había mandado a Charles a conseguir algo de un pequeño almacén, ¿qué era?, Charles no tenía ni idea, probablemente debió preguntar, pero no lo hizo. La consecuencia de eso: Checo llegando al almacén. Poco tiempo tuvieron ambos para buscar el dichoso objeto, cuando la puerta se cerró de repente gracias a una corriente de aire particularmente fuerte, haciendo a ambos saltar del susto.

Puta madre, está atascada. — dijo Checo después de fallar el abrir la puerta del lugar.

"Esto no me puede estar pasando", pensó Charles, e inmediatamente empezó a buscar algo con qué distraerse, cualquier cosa que le permitiera no concentrarse en lo cerca que se encontraba de Sergio debido al reducido espacio del almacén, que si bien sus cuerpos no estaban presionados juntos, no estaban muy lejos de aquello.

Sergio estaba muy ocupado intentando arreglar lo que sea que estaba mal con el seguro de la puerta, o bueno, la ausencia de uno, el impacto lo había roto, por lo que la solución del mexicano fue la única que en su mente tenía sentido.

A putazos, ni modo. — murmuró Sergio para sí mismo, antes hacerse tan atrás como podía para agarrar impulso e intentar abrir la puerta golpeándola con el hombro.

Esto causó que la estructura entera del almacén se moviera, provocando unas cuantas cosas caer de las repisas. Por reflejo y para evitar ser golpeado, Charles se alejó tanto como pudo de las estanterías, metiéndose a sí mismo en un problema más al sentir el cuerpo de Sergio presionado contra el suyo, Checo por reflejo habiendo rodeado con un brazo a Charles. Ambos se congelaron cuando se dieron cuenta de la situación en la que estaban. El rechinido de la puerta abriéndose por sí sola los sacó de la atmósfera que apenas se estaba formando. Charles se apresuró a salir casi corriendo.

Sergio por su parte se tomó un momento para agradecerle al cielo, a Dios, a todos los santos, a quién sea, porque si se hubieran quedado ahí un segundo más, Checo no sabía si habría sido capaz de resistirse, mucho menos con la forma en la que Charles le había mirado en ese momento, sus ojitos verdes bien abiertos, brillantes, una pizca de inocencia- tal vez era ingenuidad, en ellos que hacía a Checo querer arruinarlo, deshacer a Charles a pedazos con sus propias manos, enseñarle una lección que el niño bonito jamás ha recibido. ¿Cuánto más iba a poner aguantar Checo? Por más que se repetía y repetía que no podía hacer nada, por su propio bien, por Max, se sentía dispuesto a arriesgarlo todo, a dar ese salto de fe, cada que estaba cerca del monegasco. 

El día siguiente, Charles seguía sin poder concentrarse en nada por culpa de los mil pensamientos indecentes que invadían su mente todo el día, y la paranoia de que Checo de alguna manera fuera capaz de adivinar exactamente lo que estaba pensando.

Tensiones, Competencia Y Poder | Checlerc PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora