Mobster Wolf | JJK [+21] ©

F O U R.

—¿Otra vez?— pregunté frustrada —¿Otra vez Jason?

Este me miró con sus pupilas dilatadas y una sonrisa burlesca dándome a entender que lo había hecho de nuevo, se había drogado.

Suspiré pesadamente mirándolo mientras mis ojos se inundaban de lágrimas, al verlo así ya no me daba lástima como al principio, me molestaba que no se tomara en serio todo lo que hablábamos, que dijera "si, tienes razón" y luego volviera a sus andanzas, que se escapara cada vez que podía de la casa, que negara la ayuda que le ofrecían. Sentía que ya no podía más con esto, era un hombre completamente inmaduro, todo lo tomaba a juego y yo ya me estaba rindiendo con él.

—¿Sabes qué?— pregunté colocándome de cuclillas frente a él y tomándolo de la mandíbula con algo de fuerza —. Haz lo que se te dé la gana, sigue dañandote, sigue pudriéndote por dentro, no vale la pena llorarte ni mucho menos hablarte— suspiré —, adiós hermanito.

—¿A dónde vas?— preguntó con pesadez.

—No es tu problema— respondí mirándolo por encima de mi hombro para después salir de aquel lugar dejándolo en completa soledad.

Escuchaba sus gritos llamándome, me dolía pero más me frustraba porque sabía que lo único que quería era que estuviera allí, ayudándolo, sin embargo, yo no quería seguir haciendo lo mismo.

Crucé la calle dirigiéndome a la estación del metro, veía a las personas sonriendo acompañadas, unas estaban con sus parejas y otras con sus amigos, también habían personas mayores paseando junto a sus niños lo cual me hizo recordar a mis padres volviendo melancólica la tarde. Hoy no trabajaba y no sabía si aceptaría la invitación de Jungkook a su casa, tal vez estaría ocupado pero tal vez no, pensé en Yoongi pero recordé también que estos días ha estado muy ocupado, no quería llegar a allá y simplemente ser un estorbo para él.

Una vez que me subí en el transporte me apoyé de una de las barras metálicas y frías mientras colocaba mis audífonos y me sujetaba como si mi vida dependiera de ella, que así era.

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—Señor, hay noticias sobre la muerte del boss— habló Bladio llamando mi completa atención.

—Habla de una vez, sabes que no me gustan los misterios.

—Disculpe— dijo haciendo una pequeña reverencia y mirándome fijamente —. Quien lo envenenó es alguien de la casa, puede ser cualquiera de sus hijos o cualquier empleado.

—¿Cómo es eso posible?— pregunté con pesadez cubriendo mi rostro.

—En las cámaras se ve que nadie entra ni sale entre las horas donde el boss fue envenenado, después de preguntar una y otra vez a las custodias fuera de la casa, ninguno cambió lo que había dicho en veces anteriores— explicó —. Tiene que tener mucho cuidado señor, usted podría ser el siguiente.

—¿Yo?

—Está claro que quién lo hizo fue por dinero, ahora tanto usted como el señor Leonardo pueden ser los próximos.

—¿Y si fue él?— pregunté.

—¿El señor Leonardo?— yo asentí.

—Para cobrar la herencia— dije poniéndome de pie —. Con lo que no contaba era que yo también sería un heredero...

—Tiene mucha lógica pero también hay que recordar que él no es muy inteligente para asesinar, tuvo que tener algún cómplice.

—Tienes razón. Quiero que te ocupes de investigar quién pudo haberlo ayudado, todo discretamente, por favor— pedí.