Los ojos negros estaban mirando atentamente su espalda, en la cual aún yacían las marcas provocadas por Hunter, aunque ya habían disminuido mínimamente.
Jake estaba mal; había llegado finalmente a su punto de quiebre. Cada día sentía que su vida ya no tenía sentido y que no había otro rumbo que podía tomar o siquiera una escapatoria en la cual pudiera confiar.
Era lunes por la mañana, el primer día de la semana donde todos comenzaban sus deberes diarios.
El peliazul se echó cansado en la cama. Aunque afuera hiciera un buen clima, eso no ayudaba en nada al chico que, a duras penas, tenía fuerzas para seguir respirando.
La fatiga junto con la falta de sueño fueron cómplices para dar un aspecto totalmente demacrado al chico.
La hermosa serenidad de la habitación fue interrumpida por un grito amargo.
—¡Jake, apúrate, ven a hacer el desayuno! —gritó Hunter desde la planta baja de la casa.
De forma rápida, Jake olvidó todo cansancio y llegó lo más rápido posible a la cocina. Podría haberle dicho a Hunter que se hiciera algo de comer, pero prefería no recibir otro regaño o cualquier otra cosa. A este punto, ya no podía pensar en algo menos.
Aun con pijama, Jake comenzó a preparar la comida bajo la fría mirada del ojiazul que se encontraba de brazos cruzados. Jake estaría mintiendo si dijera que no sentía un profundo miedo al sentir cómo lo penetraban con la mirada.
Cuando por fin acabó de cocinar, con un paso lento y temeroso, se acercó a dejar el plato frente al más alto.
Se alejó un poco y sonrió nervioso al percatarse de cómo Hunter examinaba la comida. Hunter empujó el plato, alejándolo de él.
—Antes cocinabas mejor. ¿Qué te pasó?—el desprecio en cada palabra que salía de la boca de Hunter provocó dolor en Jake.
El ojinegro suspiró harto y se frotó la sien intentando calmar su enojo.
—¿Quieres que te prepare otra cosa?—dijo derrotado mirando con derrota al contrario.
Hunter solo se quejó a lo bajo y se levantó del asiento.
—Ni te preocupes por eso, si vas a preparar pura mierda, mejor me largo a otro lado —escupió el pelinegro sin escrúpulos, dejando a Jake parado sin inmutarse.
Cuando sintió el sonido de la cochera cerrándose, fue directo hasta la mesa y agarró el plato con amargura y lo tiró al piso.
Todo su cuerpo temblaba del enojo que contenía dentro suyo; estaba al borde del colapso. Cayó al piso al presenciar lo que había hecho: un plato roto. Algo mínimo para muchos, pero para alguien tan roto como ese plato, era un caos.
Se tapó la cara con una mano en un intento de regular su respiración agitada. Sus ojos estaban desorbitados y temblaban a la par que su cuerpo.
Mientras se acogía a sí mismo, pudo sentir unas manos que recorrían parte de su pecho y cara. Estaban frías y ásperas, tan ásperas que sentía que iban a arrancar su piel.
Jake sintió cómo las oscuras manos presionaban su cuello, sintiendo que su respiración cada vez era más pesada.
Cuando sintió que se ahogaba por la falta de aire, se levantó desesperado del suelo y miró el lugar donde estaba antes, con los ojos abiertos como platos. Tocó lentamente su pecho, presionándolo contra la camiseta.
Todos estos acontecimientos que fueron escalando poco a poco estaban llevando en picada la poca cordura mental que quedaba dentro de Jake.
—Demonios, demonios, demonios —repetía Jake mientras corría al lavadero para lavarse la cara. Estaba alucinando.
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Violentometro [Hunter x Jake]
RandomEl amor puede llegar a ser confuso a veces la otra persona puede darte todo el mundo y en otras simplemente denigrarte haciendo que te sientas fatal contigo ¿Podrá una relación continuar así?