ᴹᵃᵗᵃʳ

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Había perdido la noción del tiempo. No sabía cuántas horas, días o semanas llevaba encerrado, sin poder ver ni siquiera un rayo de sol.

El nefasto ambiente en el que se encontraba era inhumano: había goteras, suciedad, el frío emanaba de las paredes, y sobre todo, un aire de hostilidad que se sentía en cada rincón. Jake estaba totalmente débil; sus piernas ya no tenían fuerzas ni siquiera para levantarse. Era inútil seguir adelante. Jake había aceptado su destino, su cruel destino.

La puerta se abrió, mostrando al hombre fornido parado en el umbral. No podía ver su rostro, la luz exterior lo empañaba. Su cuerpo se estremeció al sentir aún más frío que entraba por la puerta.

Los suaves, pero firmes pasos de Hunter resonaban en la habitación. Llevaba un plato de comida en sus manos.

Camino un poco y se posiciono frente al peliazul. 

El más alto se agachó poniéndose a la altura del contrario. —Come— rompió el silencio, poniendo el plato en el suelo.

Jake lo miró de reojo para luego observar lo que tenía enfrente. Se veía bien, o quizás era lo único "normal" que Hunter le había traído en todo el tiempo que había estado en el sótano.

El punzante dolor en la zona amputada aún era presente; no había recibido ningún tratamiento y la herida intentaba sanar por su cuenta, de manera imperfecta y dolorosa.

Hunter suspiró fuertemente. —Por favor, Jake, come. Tuve un día de mierda en el trabajo— dijo, haciendo que de alguna forma el chico se sintiera peor.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, se sentó sobre el colchón.

—Te odio— bramó Jake, mirando con rencor al hombre frente a él.

Hunter chasqueó la lengua y rodó los ojos. —¿Crees que no lo sé?— respondió con la misma agresividad que Jake.

Ambos se miraron con ira en sus ojos. El silencio en la habitación era tenso, casi tangible.

—¿Por qué haces esto?— Preguntó Jake finalmente, su voz quebrada por el dolor.

Hunter lo miró fijamente, su expresión era una mezcla de desdén y algo más, algo que Jake no podía identificar. —Porque puedo— respondió simplemente, encogiéndose de hombros. —Porque te lo mereces—

La respuesta fría y desprovista de empatía caló hondo en Jake. No podía entender cómo alguien podía ser tan cruel, tan indiferente al sufrimiento ajeno. 

(...)

Connor estaba en la comisaría, enojado y frustrado. Ya era la segunda vez que venía a ese lugar a denunciar el robo de su arma, y como la primera vez, nadie le hacía caso.

—¿Pueden ayudarme con mi denuncia?— La furia del mayor era evidente, pero al policía no le importaba realmente.

—Ya le dije, no puedo. No tiene pruebas para denunciar. ¿Cómo sé yo que no quiere afectarlo sin que haya cometido algo?— La soberbia que irradiaba el policía fastidiaba a Connor.

El hombre de canas se frotó la sien, intentando mitigar su enojo.

—¿Y cómo quieres que te lo demuestre? Si me lo robaron, por Dios, no te cuesta nada— se quejó nuevamente, su voz cargada de desesperación.

El oficial, ya harto, se levantó de su asiento y caminó directamente hacia Connor. —No voy a dejar que me falte el respeto. Lárguese de acá o tendré que usar la fuerza— su mirada era fija y amenazante.

—¿No sabes quién so-?— dijo Connor, intentando usar sus últimas opciones para que le hicieran caso.

Pero fue interrumpido nuevamente por el oficial. —No me venga con eso, señor. Le pido que se vaya de una maldita vez—, enojado, señaló la puerta de salida, botando del lugar al mayor.

Violentometro [Hunter x Jake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora