¿Aún era tarde para huir?
Tantas señales, tantos llamados de auxilio y nadie respondía a ellos.
¿En serio a nadie le importaba?
Todas esas personas que ayudó, compartió momentos, amó y entabló vínculos, le habían dado la espalda como si nada. Se sentía traicionado. ¿Podían juzgarlo por sentirse así?
Como otro día más, Jake estaba solitario en la gran casa que compartía con su, desafortunadamente, esposo. Cada vez se sentía más asfixiado.
Hunter cada que iba a trabajar dejaba todo cerrado, no iba a permitir que Jake saliera así como así.
El ojinegro estaba recostado en el sofá de la sala abrazándose a sí mismo mientras temblaba. Le dolía el cuerpo y tenía fiebre, estaba enfermo y todo gracias al cambio drástico del clima, comenzando así el invierno.
Pero toda enfermedad desapareció cuando escuchó la puerta abrirse. Se sentó en el sofá intentando ocultar el nerviosismo que se apoderó rápidamente de su ser.
—Hola— Hunter habló de forma serena, algo raro a decir verdad.
El pelinegro caminó hasta ponerse frente a Jake. —Hola— devolvió el saludo, el ambiente que se sentía era tenso.
Ya no había apodos cariñosos, ni mimos.
Hunter no respondió, solo se inclinó y posó su mano sobre la frente del mayor.
—Tienes fiebre— dijo con obviedad volviendo a su lugar.
Jake movió la cabeza de manera afirmativa. Hunter suspiró y cargó a Jake en brazos, algo que incomodó al contrario. Después de todo, los eventos anteriores, ¿Quién no se sentiría incómodo?
El pelinegro permaneció callado mientras subía las escaleras en dirección al baño de la habitación que compartían.
Con delicadeza, Hunter bajó a Jake y le quitó la ropa que tenía puesta para luego volver a alzarlo y ponerlo dentro de la bañera, abriendo el grifo para que comenzara a fluir el agua.
El agua caliente se sintió reconfortante para el ojinegro, quien sonrió ante el tacto.
—¿Desde cuándo tienes fiebre?— cuestionó el más alto mientras se quitaba su camisa.
Jake desvió su mirada para ver a Hunter, pasando desde su cuerpo fornido hasta sus ojos.
—Uhmm... Desde la mañana— respondió ocultando su sonrojo, probablemente provocado por la fiebre.
Mientras estaba distraído, sintió un peso más cerca suyo: era Hunter, estaba sentado detrás suyo.
El cuerpo del mayor se estremeció al sentir las grandes manos del pelinegro sobre su cadera.
—Eres tan lindo— susurró el más alto contra el oído contrario.
Un brillo apareció en los orbes negros del peliazul.
—¿De verdad?— preguntó Jake girando levemente la cabeza para mirar a Hunter.
Hunter le devolvió una sonrisa y le dio un beso en la mejilla —Claro que sí—
Jake se relajó por completo y recostó su cabeza sobre el hombro de Hunter mientras este acariciaba la cabeza de Jake.
Un lindo momento no significaba que todo estaba resuelto.
(...)
Con un suave abrazo, Tom se despidió de Miriam, quien finalmente había regresado a casa después de una semana bajo el cuidado de especialistas. En los días siguientes a su regresó, Tom comenzó a visitarla con más frecuencia, compartiendo charlas triviales, en una de esas fue la misma Miriam que tocó el tema de Jake y como Hunter la amenazó vilmente.
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Violentometro [Hunter x Jake]
SonstigesEl amor puede llegar a ser confuso a veces la otra persona puede darte todo el mundo y en otras simplemente denigrarte haciendo que te sientas fatal contigo ¿Podrá una relación continuar así?