Parte 1

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Su cuerpo temblaba, se sentía débil cada vez que corría hacia Harry, que lo recibía siempre con una sonrisa cansada en sus labios. Él quemándose todo de él para que Louis pudiera tener un lugar donde vivir... Un hogar.

—Hey, bebé —él susurra con cansancio en su cuello, donde la marca debería de estar, ¿por qué no estaba? Porque no era el momento, uno no está listo para eso.

Louis se erizaba siempre, la sonrisa borrándose enseguida cuando él decía aquel apodo. Temblaba, pero Harry no lo notaba por la forma en que lo olía, tratando de encontrar qué estaba mal en su omega, por qué parecía tan lejano muchas veces.

—Estoy bien —él le dijo cuando se sintió descubierto en las grandes manos del alfa. Él asintió separándose y mirándolo con preocupación.

—¿Qué pasa, Lou? —preguntó. Louis sonrió de lado y se encogió de hombros, su pecho apretándose en nada, no en un bebé, no en mariposas. Nada.

—Dímelo tú —tomó los bordes de su traje evitando mirarlo a los ojos—, tú eres quien actúa extraño.

—No —Harry arrugó su frente y negó. Miró fijamente al omega frente de él, inspeccionándolo como todos los días, pero faltaba algo en él, ¿dónde estaba su sonrisa?—. Tú estás extraño, ya no sonríes y estás muy pálido.

—Tonterías, Harry —rodó los ojos, las lágrimas volviendo a donde deberían de quedarse para siempre—. Iré a preparar la cena.

Se separó de su calor y pronto sintió el frío atacándolo. Dolía, pero podía soportarlo solamente para que Harry no volviera a su discurso de él estando mal.

Sí, estaba miserable, cada día se volvía peor, pero ninguno tenía comparación a cuando se levantó con una sonrisa, feliz por sentirse lleno de su alfa.

—Iré al trabajo —Harry le había susurrado con una sonrisa. Besó su frente y Louis se amarró a su cuello para marcarle con su olor.

—Te tengo una sorpresa esta noche —susurró en su oído. Harry gimió y sintió como el alfa se acercaba para que su helada nariz rozara detrás de su oreja.

—Te amo —besó sus labios, una y otra vez. Ya vete, no, un beso más, ahora si debes irte, te amo más, adiós, mi alfa.

Se tiró y miró una de las paredes blancas de la habitación, suspirando porque se sentía volar, se sentía más enamorado que nunca.

—Un cachorro —susurró a la nada y mordió su labio evitando soltar una risita, pero ¿para qué?

¿Por qué no celebrarlo mientras dure?

Fue cuando estiró su cuerpo que lo sintió. Un dolor fuerte por debajo de su vientre, recuerda haber gemido de dolor y tocar su vientre con rapidez.

El bebé, es el bebé, pensó alarmado. ¿Por qué dolía? ¿Qué pasaba? El cachorro estaba pequeño... No podía causarle dolor, el bebé apenas se notaba.

Se levantó, las sábanas cayeron a su lado y ahí estaba, ¿cómo era que Harry no se había fijado? Lo primero que pensó cuando vio las sábanas fue que Harry seguramente manchó su pijama.

Sangre, una enorme mancha de sangre ocupando ambos lados de la cama, como si Harry también lo estuviera perdiendo.

Jadeó con ojos en grande, la idea de gritar por Harry apareció en su mente pero ¿qué diría? ¿he perdido a nuestro bebé, nuestro primer bebé?

—No, no, no —negó y tiró de su enorme camisa, la camisa de Harry que había tomado en la noche con felicidad, su nariz hundiéndose en la tela y el bebé vivo cosquilleando.

Cubrió su estómago con recelo, negándose a creerlo. Tocó la pequeña hinchazón en la parte baja de su estómago, donde el bebé estaba y donde crecería. La mancha no era cierta, él no podía perder el bebé de Harry porque... ¡Es el bebé de su alfa!

Dolor y más dolor. ¿Era el bebé diciendo 'aquí estoy, papi'? No, no era él cuando cayó al suelo sin soportarlo.

Se manchará todo, pensó con pánico. Harry sabrá que perdí al bebé, me dejará. Soy un mal omega, he perdido a mi cría. Harry dejará de amarme.

¿Cómo podría volver a sonreír después de eso? ¿Cómo es que lograba seguir después de haber vivido aquel horrible episodio?

La prueba de embarazo todavía estaba guardada en algún lugar, esperando en una caja de regalo que merecía ser abierta ese día.

Louis recuerda también cuando pasó. Mordía su labio con fuerza mientras toqueteaba su estómago frente al espejo de cuerpo completo.

—¿Qué haces? —Harry le había preguntado con una sonrisa de amor. Louis saltó como un gatito y bajó su camisa con rapidez.

—¡Nada! —Exclamó con ojos en grande—. No estoy haciendo nada, alfa.

—Está bien —pero Harry sonreía y miraba su estómago, que se mantenía cubierto por una simple tela. Ya había un bebé para entonces pero Harry lo miraba con ilusión.

Sí, mi alfa, aquí llevaré a tus bebés, a nuestros bebés.

—¡Ya vete a trabajar! —Louis chilló pegando un salto, sus mejillas encendidas en vergüenza por haber sido descubierto. Y no era la primera vez.

—Bien, bien —él rodó los ojos y se despidió con un gesto—. Te amo, amor.

—También te amo, cariño —él respondió enseguida con una sonrisa tan enorme que dolería después.

Dolió después, cuando Harry cerró las puertas y Louis corrió al baño riendo como loco. Estaba saltando porque lo sentía, había algo ahí en su panza. No, no estaba hinchado por los nudos que Harry había soltado varias veces dentro de él, estaba hinchado por un bebé. Su Omega lo sentía, se lo decía.

¡Un cachorro para nuestro alfa!

Y ahí estaba la respuesta entre sus dedos. Había un bebé.

—Louis —él se giró con pereza hacia su novio.

—¿Si? —preguntó con cansancio. Harry suspiró y negó también cansado.

—Te estaba llamando, amor —respondió con delicadeza.

—Lo siento —Louis se hizo pequeño con miedo. "Estaba pensando y me perdí."

—No pasa nada —Harry se acercó a él ya envolvió sus dedos en la delgada cintura de Louis. Delgada porque no había un bebé, ya no—. Te amo, ¿está bien?

Pero Louis no respondió. Asintió y se giró hacia la cocina, apartando las manos de Harry de aquel lugar tan sensible.

You & I | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora