Parte 8

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Louis permaneció sentado en el suelo toda la noche, aunque su trasero doliera y sus huesos estuvieran entumecidos. Él permaneció toda la noche mirando un punto fijo, con lágrimas todavía cayendo y saltos que daba de vez en cuando por el ruido que Harry hacía en el primer piso. Estaba destrozando todo, y Louis solo podía sollozar.

No tenía miedo. Se negaba a tenerlo a pesar de todo.

No tuvo miedo cuando la puerta se abrió con fuerza, y Harry entró arrastrándose hasta caer a su lado, tan silenciosamente que su pecho se oprimió y un gemido lastimero huyó de sus labios.

—Te escucho —susurró con voz ronca. Louis se encogió en su lugar y negó con lentitud—. Louis...

—¡Me duele! —chilló cubriéndose los oídos y volviendo a negar.

Harry suspiró cerrando sus ojos y tratando de apartar el alcohol en su sistema y el rencor en su alma. Lo sostuvo hacia su regazo con cuidado, sentándolo entre sus piernas y atrayéndolo a su cuello, donde su olor estaba más intenso que nunca. Louis se quejó, sacudiéndose como si la piel de Harry le quemara.

—¡Dijiste que ibas a dormir conmigo! —reclamó en gritos—. ¡Dijiste que me amabas!

Harry lo calló sobándole la espalda con lentitud, creyendo que tenían toda la vida para hacerle a pesar de que ambos estabas tan cansados que no sentían sus ojos. Lo calló con besos también, llevando sus labios a la mejilla empapada de Louis y dejando sus labios pegados a su párpado, él no lloró más después de eso, pero se sacudía y se aferraba con fuerza al cuerpo de Harry, temiendo involuntariamente que él lo dejara.

—Aún necesitamos hablar —susurró el alfa, Louis soltó un último sollozo y se apretó contra su pecho.

El rizado lo siguió sosteniendo, se encontró tarareando una melodía desconocida cuando Louis respiró al compás con él. No paró y acarició en todas partes, consciente de que Louis parecía bajarse de su nube negra cuando las yemas de sus dedos eran atrevidos.

—¿Me amas? —Louis preguntó por lo bajo. Harry lo sintió como si él no estuviera entre sus brazos.

El alfa suspiró y detuvo sus movimientos. Las lágrimas parecían lagunas en sus mejillas, y al parpadear parecía ahogarse. Aun así, miró al océano de agonía que Louis tenía en sus ojos, consciente de que se perdería en él.

—Te amo, Louis —dijo al separarse.

El pequeño omega suspiró de alivio e inclinó su cabeza contra la frente de Harry, con desconfianza y su corazón en su mano. Nunca tendría miedo de entregárselo a su dueño, para que haga con él lo que sea. Incluso romperlo.

Harry lo acarició cuando unió sus dedos. Fue solo un toque, nada de lenguas tocándose. Fueron solo dedos sosteniendo la cabeza de Harry para que sus labios nunca se abandonaran.

—Desnúdame.

El rizado se sostuvo de las caderas del omega, que se acomodó mejor en su regazo y se abrazó con fuerza innecesaria a su cuello.

—Louis... —se quejó y negó.

—Por favor —rogó el omega, con su voz rompiéndose y no queriendo alejarse demasiado de Harry, su alfa—. Si me amas, lo harás.

Harry tragó la saliva acumulada en su garganta y con movimientos lentos, se acercó a la camisa del chico en su regazo. Él no hizo nada más que cerrar los ojos y acomodar sus labios en la mejilla del rizado, triste y todo.

Retiró la camisa con lentitud, recibiendo ayuda de Louis, que alzó sus manos y se dejó desnudar de su cintura para arriba. Louis gimió y volvió a cuello de Harry, donde pertenecería siempre. Y Harry gruñó complacido, casi sin darse cuenta de que el sonido que salía de su boca le pertenecía.

—Te amo tanto, Louis —susurró cuando se detuvo a acariciar la cintura del pobre omega, al cual se le notaba con facilidad sus costillas—. Perdón... Perdóname por no haberme dado cuenta.

Louis negó y besó detrás de su oreja, moviendo sus besos hasta llegar a los labios de Harry, los que besó como si fueran agua en medio de un desierto.

—Por favor —lloró al separarse—, tómame.

Y Harry quería hacerlo. Su tristeza pedía ser suelta de alguna forma, incluso su omega también lo sentía de esa forma.

Louis se dejó besar los hombros después de su plegaria, sabiendo que estaría dispuesto a entregarse a la muerte por Harry. Estaría dispuesto a sufrir una eternidad para solo tener el amor de su alfa.

Harry le apartó los holgados y cortos pantalones que tenía, sabiendo que el tiempo que desperdiciada besando las clavículas de Louis valía la pena.

Ambos seguían llorando para cuando fueron uno solo.


(...)

—Cuando lo arrancaron de mi interior, podía sentirlo —suspiró y miró a lo lejos—. Dijeron que no dolería, pero hasta el día de hoy me sigue doliendo, y cada vez es peor. Me está matando.

—Basta, Louis —el alfa pidió en un susurro.

—Pude... Pude ver todo lo que sacaron de mí, ¿sabes? —Cerró los ojos con fuerza y negó—. Casi puedo ver las partes de su cuerpo cada vez que cierro los ojos, Harry. Como si hubiera tenido un rostro...

Harry nadó entre las sábanas y atrajo el cuerpo sin alma de Louis a sus brazos, aceptando su dolor como si fuera el suyo. Ahora le pertenecía.

You & I | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora