—Respira —Louis presionó su mano y asintió—. Lo estás haciendo bien, amor.
Louis no había hablado desde que la ambulancia había llegado a la casa, haciendo el suficiente alboroto como para que todos salieran de sus casas a observar la escena. Harry estaba más preocupado por su omega, que tratar de ahuyentar a todos los vecinos. Louis simplemente se había escondido en su cuello con sollozos y más lágrimas saliendo de sus tristes ojos hasta que la ambulancia llegó por él.
Ni siquiera había sido capaz de despegar la mirada de la nieve, esperando a que esta desapareciera y todo fuera una vil mentira, un mal juego de su mente debido a todos sus nervios. Pero no, cuando tuvo que cargar a Louis como lo hacía cuando lo limpiaba, lo vio más de cerca. El pobre omega tenía sangre en su pantalón, una notable mancha no demasiado grande, pero sí preocupante.
Quería evitar que Louis viera todo aquello; sin embargo, no lo logró cuando lo trajeron al hospital más cercano y le pidieron que se retirara la ropa.
Vio como la mirada de su omega se fijaba en las telas sucias sin que pudiera evitarlo. No servía para eso. No servía para ser su alfa cuando permitía que lo lastimaran.
—¿Te duele? —preguntó en voz baja. Louis miró el suero en su mano y negó.
Le habían sacado más sangre. Y el alfa se había sentido tan ofendido que les había gruñido, para entonces, Louis no lloraba y se dejaba hacer.
—Avísame cuando duela —habló con desesperación, en busca de vida en los ojos de Louis. Solo asintió y apretó más su mano, como si le doliera y quisiera decírselo.
Estaba preocupado, y seguramente todo el lugar olía su preocupación, pero no le importaba. Sentía que debía hacer algo, su lobo rasguñaba y rugía con fuera dentro de él por sentirse tan impotente al no poder cuidar de su omega.
Le habían sacado la sangre y luego se habían ido, revisando su estómago antes y pidiendo que se recostara sobre la camilla con las piernas abiertas. Nada más que eso, y Harry quería gritar. Quería pedir y rogar para que alguien estuviera con ellos y los ayudara.
No quería perder a su cachorro. No quería volver a perder a Louis.
—No llores —escuchó y solo así fue consciente de la humedad en sus mejillas.
Ni siquiera podía fingir ser fuerte. No servía para nada más que para apreciar el dolor en su omega. Le dolía el pecho y todo de él.
—Lo siento —lamentó y trató de limpiar su rostro con sus manos temblorosas—, no sé...no sé qué estoy haciendo.
Pudo sentir los labios de Louis sobre sus dedos como el toque de una rosa recién nacida.
—Quiero ir a casa —pidió en voz baja—. Quiero un chocolate caliente y recostarme.
Harry le asintió con torpeza, levantándose de su asiento para besar su frente y su mejilla izquierda.
—Pronto te llevaré a casa —prometió y depositó un beso en sus labios, el que le robó una sonrisa débil al omega.
—Quiero ir ahora —dijo con una mueca en sus labios y un brillo de dolor en sus ojos—, no quiero estar aquí.
—Solo... Solo esperaremos a los resultados, ¿está bien? —Louis negó y derramó una lágrima, limpiándola con su mano libre y haciendo un puchero inconscientemente.
—No, no quiero quedarme a que me digan algo que ya sé —susurró con dolor en su voz—. Quiero ir a casa y dormir.
Harry le asintió y besó los dedos que sobresalían de la mano que tenían entrelazada, gozando de su delicada piel y de lo débil que lucía bajo su tacto.
—Lo harás —volvió a prometer—, y te acompañaré.
Louis asintió, esta vez. Giró su cuerpo para poder mirar mejor al alfa y parpadeó para que las lágrimas terminaran de bajar por sus rojas mejillas.
—No dejes que lo hagan cuando esté despierto —susurró en secreto. Harry se inclinó a él con confusión cuando no logró entender.
—¿Qué?
—Cuando saquen al bebé —comenzó a hablar sin temblor alguno—, no dejes que lo hagan si permanezco despierto. No podría... No podría seguir otra vez si soy consciente de ello.
Harry lo miró, triste y apenado por la situación. Daría millones para que su omega no estuviera postrado en la cama de un hospital, esperando a médicos que darían una noticia que ellos ya sospechaban. Habían visto la sangre como un fantasma asomándose a saludar, y nunca más podrían borrar esa escena de su mente.
El alfa había sentido que haber pasado por la pérdida de su cachorro la primera vez, había sido el final de todo. Y maldito sea él por creer que algo así, por ilusionarse y soñar con ojos azules y manitas pequeñas jugando con él y con su omega.
—No los dejaré —respondió, dándose por vencido y llorando en las manos entrelazadas sobre la cama, dejándose derramar para que su omega viera que el dolor también lo estaba tomando como prisionero a él—. Te prometo que no los dejaré seguir, Lou.
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You & I | Larry Stylinson
FanfictionBebé, había perdido el bebé de Harry... ¿Cómo se supone que le contaría aquello?