Parte 22

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Louis suspiró, tocando su espalda cuando volvió a estar sentado sobre la cama. La ropa estaba tirada por todo el colchón, esperando a ser doblada por el perezoso omega.

—¿Qué estás haciendo? —La voz de Harry automáticamente provocó que las patadas en su estómago comenzaran casi con furia.

Entre un jadeo y un suspiro cansado, el omega acarició su vientre y miró hacia su alfa para regalarle una sonrisa cansada; había estado toda la tarde tratando de organizar todo lo necesario para la llegada de los bebés.

—Solo estoy sacando esto de aquí —susurró. Harry frunció el ceño mientras se acercaba a él.

—¿Pensé que estaba todo listo? —dijo con duda, viendo la ropa que él había doblado anteriormente.

Louis asintió, mirando otra vez hacia la cama y tomando un pequeño abriguito sobre sus manos.

—No vamos a necesitar la maleta —le informó, doblando la prenda sobre su estómago.

Harry gruñó a su lado, sentándose frente a él y mirándole con su frente arrugada. Y Louis ya sabía lo que le esperaba, así que solo se encogió de hombros hacia su alfa.

—¿Por qué no me has dado mi beso? —le reclamó para distraerle, pero Harry quitó el abrigo en su regazo en vez de prestarle atención.

—¿Dónde dejaste el bolso? —le preguntó cortante. Louis arrugó su frente y volvió a tener el abrigo en sus dedos en pocos segundos.

—Lo guardé —dijo con molestia. Harry no demoró en levantarse y comenzar a buscar en el armario—. ¿¡Qué se supone que estás haciendo, Harry!? —chilló con fuerza.

—Por favor, Louis —Harry murmuró mientras sacaba la maleta—, no hagas las cosas más difíciles de lo que ya son.

Louis suspiró, alejando la prenda en sus manos para que Harry no se la volviera a quitar.

—No vamos a necesitar la maleta —dijo con paciencia—. Hablé con las enfermeras que me atenderán ese día y solo necesitan lo que ellas traerán.

Harry rodó los ojos y comenzó a guardar las prendas sobre la cama una vez más.

—Lo siento —Louis comenzó, ignorando los gestos de Harry en su rostro—, sé que te hice hacerla para después no...

—Louis —Harry cerró los ojos y aspiró aire de forma brusca, y el omega sabía que buscaba tranquilizarse de esa forma.

Fue inevitable que sus ojos no se llenaran de lágrimas cuando Harry lo miró con enojo en el verde de sus ojos. Se encogió sobre sí mismo y evitó dejar escapar el gemido en su garganta.

—Pensé que lo habíamos hablado —el alfa dijo en voz baja, aun con la tensión sobre sus hombros—. No lo vamos a hacer aquí.

—¿Hablar? —Louis dijo con tristeza—. ¿Te refieres a simplemente no volver a mencionar el tema?

El alfa se quejó desde su lugar.

—Tuve un día pésimo en el trabajo —Harry pasó sus manos por su rostro repetidamente—. No quieren darme este mes de descanso para el parto solo porque pedí vacaciones adelantadas.

—Lo estás haciendo otra vez —Louis susurró con fastidio. Harry le rodó los ojos cuando lo vio.

—No hay nada que hablar —le dijo—. ¿Por qué quieres hacerte cargo de todo, Louis? ¿Por qué nunca puedo tener elección sobre estos asuntos?

Louis acarició con disimulo en alguna zona de su pancita cuando una patada de uno de los dos bebés le dio muy fuerte.

—Nunca me apoyas —le dijo con simpleza—. Nunca lo haces, y me acostumbré a hacer elecciones por mí mismo porque siempre quieres llevarme la contraria.

Harry lo miró por unos segundos antes de reír sin gracia. Cerró la maleta mientras negaba.

—Cuando estuviste mal —Harry comenzó mientras se levantaba— elegiste callar y no decirme nada sobre lo que estaba sucediendo, aun cuando tenía el derecho de saber lo que sucedía.

El omega limpió una vaga lágrima que rodó por su mejilla.

—Y decidiste no apoyarme. En vez de eso, dijiste que soy el peor omega —Louis se encogió ante el recuerdo, que parecía tan lejano ya.

El alfa se arrodilló frente a él de forma automática, tomando las manos del omega entre las suyas a pesar de estar el abriguito entre ellos.

—Y estoy arrepentido —le susurró, besando dos de sus dedos—. Muy arrepentido, Louis, pero estaba enojado y yo nunca pensaría algo así seriamente sobre ti.

Louis agachó la cabeza y vio sus dedos sobre los de Harry, sintiendo que la seguridad de antes sobre la situación ya no estaba. Ya no sabía si seguir con lo que quería.

—Ya te dije por qué quiero hacerlo —le susurró sin mirarlo.

—Dijiste que no querías más bebés —Harry también le susurró— y cuando quedaste en estado pensabas que no lo ibas a lograr, que no llegaríamos hasta este momento. ¿Quieres echar a perder todo lo que hemos logrado tú y yo, Louis?

El castaño negó con lentitud.

—Solo quiero sentirme bien —susurró en respuesta. Harry alejó sus manos con lentitud.

—Louis —dijo con cansancio en su tono—, por favor, ya basta. No se hará y no volveremos a tocar el tema. Mañana hablaré al hospital.

—¿Lo ves? —Louis tumbó a Harry hasta que este estuvo sentado en el suelo. Pero al omega no le

importó—. ¡No me apoyas, Harry! ¿Cómo se supone que...?

—¡No voy a apoyarte en esta estupidez, Louis! —él gritó con fuerza, interrumpiendo al castaño.

—¿Estupidez? —el omega preguntó con voz baja—, ¿estupidez es querer superar el recuerdo que tengo todos los días que me levanto?

—Estás exagerando —Harry trató de tocarlo, recibiendo un rechazo.

Louis parpadeó con un hueco en su corazón, sintiendo que el dolor sobre su pecho lo mataría en ese instante. Enseguida, la imagen de las sábanas manchadas llegaron a su mente.

—¿Viste las sábanas? —Harry intentó decir algo, abriendo su boca y siendo interrumpido enseguida—. ¿Tuviste que intentar lavarlas hasta que el dolor se sintió insoportable, Harry?

—Louis —Harry trató de tocar su estómago, de que su piel estuviera en contacto con la de Louis hasta que él lo volvió a alejar con brusquedad. Furia en sus ojos junto a lágrimas que llegaban hasta su cuello.

—¿¡Tuviste que gritar de dolor mientras tratabas de limpiar la sangre, Harry!? —gritó con todas sus fuerzas, soltándose por fin en sollozos que sacudieron su cuerpo mientras el alfa lo miraba desde su posición, volviendo a ser ignorante cuando no supe qué hacer—. Mientras... Mientras tratabas de arreglar lo que habías... habías echado a perder —Louis gimió, cubriendo su rostro con sus manos temblorosas.

—Amor. —En algún momento, Harry dejó que las viejas lágrimas, que parecía que ya no iba a derramar por sufrimiento, rodaran por su rostro para así ahogarlo con su propio dolor.

—Vete —el omega suplicó entre lágrimas y temblores. Su pancita de ocho meses se movía al compás de sus sollozos, tan lamentable que Harry quiso tirar de su cabello y aplastar su cerebro—. Vete, por favor, Harry...

Harry obedeció en silencio.

You & I | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora