Parte 3

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—¿Qué son? —Harry limpió su torso húmedo y miró al omega con interrogación. Él le devolvió la mirada desde el espejo, pero no respondió—. Louis, ¿qué estás tomando?

—Es para mi celo —rodó sus ojos y tomó dos de las pastillas sin mirar a su novio.

El rizado frunció su frente. Caminó hasta estar a un lado del ojiazul y se cruzó de brazos con confusión en su rostro.

—¿Desde cuándo tomas supresores? —preguntó.

—Desde un tiempo —lo miró y enmarcó una ceja—. Es para bloquearlo, he decidido que no lo tendré durante un tiempo.

Harry soltó un bufido acompañado de una risa burlona.

—¿Decidiste? —preguntó con burla en su voz—. ¿Y yo donde quedo en tu decisión?

—Es mi cuerpo.

Pasó por su lado mientras rodaba los ojos. Harry lo siguió con el enojo creciendo en su estómago.

—¿Podrías decirme qué demonios sucede, Louis?

—No sucede nada —respondió con simpleza y se tiró a la cama para cubrirse con las sábanas.

—¡¿Nada?! —Harry gruñó de repente, y Louis pegó un salto debajo de las sábanas—. Ahora resulta que no tendrás tu celo, Louis, ¿y dices que no pasa nada? ¿Qué debería pensar si no me cuentas nada? ¡Solo quiero respuestas!

Louis suspiró y trató de cubrirse mejor con las telas, queriendo esconderse de todo. Esconderse del dolor, que fácil suena.

—¡Louis! —Harry gritó cuando no obtuvo respuesta.

—¡Déjame en paz! —Louis gritó luego de levantarse de la cama con furia y algunas lágrimas queriendo escapar.

Silencio.

El castaño miró con los hombros de Harry y subían y bajaban, pero él permanecía en su mismo lugar, mirándolo herido y con confusión.

—Como quieras —murmuró con voz ronca. Se acercó a la cama y tomó su almohada, se giró y justo ahí Louis soltó un gran sollozo, pero el rizado no regresó.

—¡Harry! —llamó lastimero mientras limpiaba sus mejillas con furia.

El Alfa siguió su camino, cerró la puerta detrás de él y Louis se levantó con rapidez. Harry ya estaba en el primer piso cuando abrió la puerta.

Debería de haber regresado, seguir alejando a Harry para que así no doliera tanto cuando él se enterara y decidiera dejarlo por ser un mal omega. Porque la verdad siempre es libre, no importa lo mucho que se la oculte.

Su cuerpo temblaba y se sentía agotado mientras bajaba las escaleras con rapidez, aunque los sollozos le hicieran difícil la tarea de caminar por como sacudían su cuerpo.

—Harry —volvió a llorar y miró como el alfa se sentaba en el sofá y llevaba sus manos a su rostro. También estoy cansado, alfa. Estoy muy cansando.

Él se tiró a él cuando estuvo en la sala. Harry lo sostuvo con rapidez antes de que cayera. Louis lo tomó como la oportunidad de enredar sus manos en su cuello y ocultar su rostro en su cuello, aspirando su olor para así tratar de calmarse. Harry solo acarició su espalda mientras suspiraba.

—Solo quiero ayudarte —susurró angustiado—. Estoy preocupado por ti, amor. No me importan las pastillas, no me importa nada de eso, solo tú y quiero ayudarte.

Él siguió llorando en su hombro, pensando cómo le diría. Sonaba tan bien la idea de decirle que tendrían un bebé hace unas semanas, cuando el bebé seguía con vida, seguro y caliente en el estómago de su mami.

—Harry —él sollozó con fuerza.

—Está bien, amor. Está bien, estoy aquí.

Y no, no estaba bien. ¿Cómo seguiría cuando él ya no estuviera?

—Cariño, nunca te dejaré —besó su coronilla y acarició su espalda con toda la delicadeza que podría darle a su omega—. Estoy aquí, bebé, estoy aquí para ti, puedes contarme lo que sea.

Eventualmente, quedó dormido en sus brazos. Harry lo acomodó en sus brazos como si de un bebé se tratase.

Acarició su frente, donde su cabello se pegaba por la humedad de su cuello y por su llanto. Pero olía a él entero, así era después de que él siempre hundiera su nariz en su cuello, queriendo oler como su alfa. Como debía.

—Te amo demasiado, Lou —le susurró, sus dedos acariciando su mejilla húmeda por las lágrimas.

Él también las tenía, justo ahí. En sus párpados se escondían pero si lo observabas con atención podrías ver lo cristalino de sus ojos, como se reflejaba el dolor de su omega en sus ojos porque él también lo sentía. No se trataba de una mordida, se trataba de un lazo que no necesitaba más que de amor y comprensión. Harry comprendió a Louis cuando su corazón se apretó con fuerza al verlo soltar el último sollozo en sus brazos y llevar sus manos a su estómago, como si no lo supiera.

El Alfa de ojos verdes suspiró con una sonrisa triste en sus labios. Él también llevó sus manos a su estómago y lo lamentó. Lloró abrazando el cuerpo dormido de Louis en sus brazos, donde él debía estar siempre cuando quisiera volver a estar bien, donde olería a Harry porque era parte de él. En su hogar. Un alfa de ojos verdes, vivos, mirándolo enamorado con hoyuelos en cada mejilla, eso era.

—Te amo tanto, Lou.

You & I | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora