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Don’t call me selfish, I ain’t sharin’
This 60/40 isn’t workin’
I want a hundred of your time,
You’re mine.

—Fyodor es un hijo de perra

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—Fyodor es un hijo de perra.—

El grupo de chicos qué compartía un ameno momento, dejó sin terminar la entretenida plática qué estaban manteniendo al escuchar aquel comentario proviniente de Chuuya.

— ¿Cómo? — preguntó curioso Atsushi, un bonito Omega con un cabello bastante peculiar.

— Simplemente no me gusta. —

Todos miraron al pecoso con evidente curiosidad. No era habitual oír a Chuuya decir ese tipo de cosas, y menos de alguien cómo Fyodor.

— Debe existir una razón por la cuál hagas ese tipo de comentario, Chuuya. — comentó Ranpo, con una cínica sonrisa plasmada en el rostro.

Chuuya simplemente se limitó a dirigirle una mirada aburrida y disgustada, realmente le desagradaba a grandes rasgos el cómo aquel chico de ojos verdes lograba sacarlo de quicio.

— Se le pega mucho a Osamu. — Respondió con simpleza.

El resto de acompañantes ejecutó un perfecto intercambio de miradas, dónde la preocupación era ostensible. Chuuya era una persona difícil de tratar, y más cuándo algo estaba fuertemente ligado a su alfa.

El ambiente se tornó incómodo, nadie se atrevía a decirle algo qué cuestionara dicho sentimiento negativo. Todo seguiría así, si no fuera por qué a lo lejos lograron divisar la alta figura del castaño.

— Hablando del rey de Roma — formuló con algo de alivio y nerviosismo Yosano.

Chuuya giró la cabeza inmediatamente, en busca de su precioso y adorado prometido. Sin embargo, a pesar de encontrarlo con rapidez, también logró divisar a otra persona junto a él.

Dazai estaba junto a la sucia y asquerosa rata de la qué tanto se estaba quejando. Dioses... decir que estaba enojado era poco, su sangre hervía, y paulatinamente los celos lo consumieron.

Lo cierto era que Nakahara Chuuya siempre se había considerado alguien celoso, y lo admitía sin darle muchas vueltas al asunto. Sin embargo, esto sobrepasaba y deterioraba el mismísimo concepto.

Los integrantes del grupo no se preocupaban de ocultar el nerviosismo y desdicha qué estaban sintiendo. Sin dudas, ver a un Chuuya celoso era habitual, pero admirar en primera instancia a un Chuuya enfermo de celos y enojado cómo nunca, era un espectáculo digno de admirar.

El pelirrojo se levantó del lugar en el qué estaba sentado anteriormente, capturando la atención de sus acompañantes, para luego avanzar con fluidez hacía aquel horrible par. Evitó chocar con los estudiantes que se cruzaban en su camino, para así finalmente, llegar a su objetivo.

Mi alfa |Soukoku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora