—¡Buenos días, mi príncipe! —exclamó felizmente Gabhan cuando entró al dormitorio de Evann, saludándolo con una pequeña inclinación de su cabeza—. Espero que haya podido descansar adecuadamente.
Evann le sonrió a su amigo y después miró a su alrededor, sin levantarse todavía de su suave colchón. Se negó a decirle a Gabhan que en realidad había despertado justo antes del amanecer, sin adaptarse aún a una habitación que todavía se sentía extraña y a una cama que, aunque cómoda y lujosa, no se parecía en absoluto a la que tenía en Namyria.
Quizás solo eran ideas suyas. Tal vez estaba extrañando a su reino y a su palacio más de lo que debería.
La mirada del omega recayó en Gabhan cuando el beta atravesó el dormitorio como un cervatillo apresurado, apartando las cortinas que cubrían los amplios ventanales de su habitación. La luz del sol rápidamente se filtró en el dormitorio e iluminó por completo su interior, regalándole al príncipe una vista impresionante de las montañas y el bosque de Hargem.
En Namyria, Evann solía pasar sus mañanas observando las florecientes llanuras de su reino. Despertar en lo más alto de las colinas, rodeado por bosques frondosos y paisajes montañosos era una experiencia totalmente nueva para él, pero no por ello menos disfrutable.
Era fascinante ver aquel panorama tan diferente al que estaba acostumbrado.
El omega no se percató de cuánto tiempo pasó distraído, contemplando las vistas que le regalaban aquellas montañas nevadas. Aunque le habría gustado seguir perdido en el paisaje que veía, Evann volvió en sí cuando Gabhan colocó frente a él un brillante cuenco que contenía agua limpia y fresca.
Evann se lo agradeció en voz baja y se dispuso a lavar su rostro y sus manos con el agua mientras que Gabhan aún sostenía el cuenco para él, secándose después con la toalla que el beta le entregó con una sonrisa.
—Han preparado la tina para usted, mi príncipe. Pedí a las criadas que se aseguraran de calentar el agua, con las temperaturas que hay en este reino sería insólito darse un baño con agua fría —divagó Gabhan, tomando la toalla de las manos del príncipe cuando este terminó de lavarse—. ¿El frío no fue un problema para usted anoche, alteza?
Gabhan se hizo a un lado para darle espacio al príncipe, quien se levantó de la cama acomodando un poco la bata de seda que había utilizado para dormir.
—La chimenea hizo su trabajo —contestó con simpleza al comenzar a caminar hacia la habitación que ocupaba sus baños privados, escuchando los veloces pasos de Gabhan detrás de él—. ¿Hay alguna novedad, Gab?
—Llegó una invitación del rey Aleksander hace un rato. El rey lo estará esperando en el comedor principal para desayunar, ya que desea que su alteza esté con él antes de acompañarlo a la primera reunión del consejo. También me han hecho saber que hoy podrá conocer a sus...
Evann detuvo su caminar hacia los baños cuando la puerta de su dormitorio sonó, contando tres pequeños golpes en total. La interrupción también silenció de inmediato el habla de Gabhan, quien alzó una ceja descontenta hacia la puerta.
—Adelante —cedió Evann.
Cuando la puerta se abrió, cinco personas cabizbajas ingresaron ordenadamente a su habitación. A pesar de que Evann vio algunos betas, fueron las únicas omegas del grupo, dos mujeres cubiertas por sencillos vestidos blancos, las que se adelantaron para presentarse primero.
La mas alta de ellas, una mujer de largo cabello castaño oscuro, realizó una profunda reverencia para después comenzar a hablar.
—Alteza, es un placer para nosotras poder conocerlo finalmente. Mi nombre es Nora —la mujer señaló sonriente a su compañera más joven con la mirada—. Y ella es Rory. Ambas fuimos seleccionadas para recibir el gran honor de servirle a nuestro próximo rey consorte. Espero que esté satisfecho con nuestro entrenamiento y preparación.
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Derecho a la Corona | Omegaverse BL ©
FantasyEl viento ha traído consigo el escalofriante aroma de la guerra. La sangre de los caídos se esparce como un tinte carmín que ha manchado la armonía y el equilibrio del continente, mientras que el murmuro de una batalla inminente recorre cada rincón...