—Su majestad, ¿hay algo que le preocupe?
Evann levantó la mirada, encontrándose inmediatamente con los ojos atentos de Gabhan y sus doncellas. Nora, la única que se había atrevido a hablar hasta ahora, dio un paso hacia él e inesperadamente tensó sus labios por un segundo, como si hubiera detectado algo extraño en el rostro del rey consorte cuando este la miró.
El omega pestañeó aturdido al percatarse de que Gabhan y Rory tenían expresiones similares a la de Nora en sus facciones. En un principio, Evann no comprendía la razón oculta detrás de sus peculiares muestras de preocupación, y no fue hasta que se recordó a sí mismo divagando sin parar que pudo entenderlo. Después de observar algún punto vacío de su habitación durante un largo tiempo, sin reconocer el momento exacto en el que sus doncellas y su asistente se habían acercado a él, era motivo suficiente para llamar la atención.
La mañana que se asomaba en el horizonte era agradable, de sol brillante y cielo despejado. Evann recordaba haber oído a Gabhan decir que era el día perfecto para abandonar sus aposentos y dar un paseo, sin embargo, no tenía el humor para ello. Poco después, cuando su baño matutino terminó, encontró a Nora y Rory preparando el atuendo que utilizaría ese día y la joyería que luciría, sin olvidar el anillo de rubí que no podía estar lejos de su dedo anular.
Luego de aquello, Evann no recordaba nada más. Sabía que sus doncellas estaban allí y que Gabhan servía una taza de té para él, pero después de eso, su mente se alejó de la habitación tan rápido que no existía manera de haberlo notado en ese entonces.
—¿Qué me podría preocupar? —Evann contestó despacio, dándoles un rápido vistazo a sus sirvientes antes ponerse de pie—. Solo estaba pensando y me distraje un poco.
Lo único que Evann obtuvo a continuación fueron las miradas dudosas de sus doncellas que, después de un segundo de vacilación, se giraron hacia Gabhan. Aquella acción hizo a Evann suspirar, suponiendo rápidamente cuál de los presentes había desatado toda esa ola de preocupación repentina.
—¿Gabhan?
El beta apenas se movió ante el llamado de Evann, entrecerrando ligeramente sus ojos luego de dejar caer sus hombros pesadamente.
—Su excelencia, lo conozco desde hace mucho. Estuve con usted desde que era un príncipe y ahora lo acompaño viéndolo y reconociéndolo como mi rey —el beta caminó hacia el Evann, arrugando su rostro con una auténtica inquietud—. Sé cuando algo le preocupa. Tal vez usted no pueda verlo, pero lleva días de esta manera.
Verse descubierto tan pronto sin duda no era parte de sus planes. El omega negó con la cabeza sin querer oír más preguntas, pero Gabhan no iba a ceder. El beta estaba decidido y bastante seguro de lo que debía hacer, demostrándolo con la forma en la que se adelantó ágilmente en su camino, impediendo que Evann abandonara la conversación con tanta facilidad.
—Discúlpeme, su majestad. Pero no puedo dejar pasar otro día más —el beta declaró, plantándose frente al consorte—. Lo he visto así desde que regresó con el rey Aleksander del festejo en su honor. Han pasado días desde entonces y no ha dejado de pensar una y otra vez sin descanso. Ni siquiera ha dicho más de veinte palabras por día, su alteza, así que permítanos preocuparnos por ello.
Rory asintió, uniéndose a Gabhan inmediatamente.
—¿Escuchó algo malo en la celebración? ¿Algo le ha hecho sentir incómodo? —la pelirroja cuestionó—. Si lo desea, podemos ayudarlo a sentirse mejor.
Por seguridad, he decidido que él será el único que podrá entregar tus cartas a partir de ahora.
Evann apretó sus dientes cuando las palabras de Aleksander resonaron nuevamente en su cabeza sin su consentimiento, algo que no había podido controlar en los últimos días. Aquel recuerdo insistente estaba presente en sus pensamientos para no permitirle descansar, manejándolo a su antojo sin que pudiera detenerlo.
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Derecho a la Corona | Omegaverse BL ©
FantasyEl viento ha traído consigo el escalofriante aroma de la guerra. La sangre de los caídos se esparce como un tinte carmín que ha manchado la armonía y el equilibrio del continente, mientras que el murmuro de una batalla inminente recorre cada rincón...