03.

208 25 7
                                    

Evann cerró los ojos y suspiró hondamente cuando su cuerpo empezó a relajarse despacio sobre su asiento, apreciando cada momento de toda la calma que le transmitía aquella mañana tranquila, de cielo despejado y suave brisa fresca acariciando su pálida piel.

Cuando el príncipe apenas se proponía a dormir un rato más, unas rápidas pisadas acercándose en su dirección le hicieron olvidar cualquier sensación de serenidad y comodidad que pudo haber tenido, devolviéndolo a la realidad al instante.

—¡Mi príncipe!

Sin ninguna otra opción, Evann abrió sus ojos y volteó a ver al inquieto chico que se dirigía hacia él, entrando a su balcón casi desesperadamente. A pesar de que el chico parecía haber visto u oído algo increíblemente horrible y espeluznante, el príncipe simplemente no pudo decir nada.

En cambio, Evann estaba ocupado intentando no reírse de la alterada expresión que el beta tenía en el rostro, apretando sus labios hasta bloquear su risa detrás de una pequeña sonrisa que rozaba la burla. Y al notarlo, el beta le miró de mala gana.

Sin embargo, en lugar de quejarse y lloriquear en voz alta como tantas veces lo hacía, el joven sirviente prefirió continuar con su camino hacia el príncipe, mirándolo de una manera que denotaba la más sincera y obvia confusión.

—¿Cómo se le ocurre aceptar eso, su alteza? —preguntó escandalizado, casi frustrado al ver que el príncipe omega simplemente descansaba sobre el asiento acolchado de su balcón, reposando completamente despreocupado mientras que observaba los jardínes privados del palacio.

—¿Aceptar qué?

El beta gruñó.

—¡Casarse! —Gabhan respondió con un grito, haciendo de pronto una pequeña pausa para tomar algo de aire y apaciguarse, carraspeando un poco su garganta—. Lo siento, mi príncipe, no debí exaltarme. Es que no puedo entender por qué lo ha aceptado, ¿siquiera sabe cómo se ve su futuro marido? ¿Cómo es? ¿Qué edad tiene?

—No me importa.

—Una excelente idea, príncipe. Accedió a casarse con un alfa sin saber nada de él —refunfuñó su asistente de modo sarcástico.

—No necesito saberlo. Su edad, historia o aficiones no son relevantes para mí en absoluto, solo es un matrimonio político.

—¿Y su coronación, alteza? No puede ser coronado estando en Creighton.

La leve sonrisa burlona que Evann mantuvo durante el transcurso de su conversación tembló por un segundo, cayendo un poco.

De repente, le era difícil hablar.

—No lo sé.

Gabhan guardó silencio con evidente preocupación. Su asistente lo conocía, y la forma en la que la voz segura y confiada de Evann disminuyó repentinamente a un murmuro forzado, lleno de resignación, era motivo suficiente para sentir angustia.

El beta titubeó cuando intentó volver a hablar, enmudeciendo sin remedio una vez más al no saber qué decir. Entonces, el rostro preocupado de Gabhan cambió a uno pensativo, antes de dar una vuelta sobre sus pies y salir del balcón.

El omega dirigió su mirada confundida hacia la puerta por la que el chico había desaparecido. Y aunque pensó en llamarlo una vez más, Gabhan regresó rápidamente con una reluciente bandeja de oro entre sus manos, depositándola frente a Evann en la pequeña mesa que estaba ubicada delante de él.

El príncipe omega miró la delicada vajilla junto a los pasteles servidos y luego regresó sus ojos hacia su criado, permitiéndose formar una pequeña sonrisa divertida.

Derecho a la Corona | Omegaverse BL ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora