CAPÍTULO 2

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Estaría mintiendo si dijera que esta no es la fiesta más lujosa a la que he asistido.

El techo de la mansión Snow se ha transformado en un hermoso cielo nocturno, las alargadas mesas en las que solemos cenar cada año han sido sustituidas por sillones y pufs que se amontonan junto a las chimeneas, músicos flotan en nubes algodonosas mientras aclimatan la velada, lámparas cálidas y candelabros fastuosos bañan la sala de un resplandor irreal.

Un torbellino de personas nos ha rodeado desde el momento en que pusimos pie en el evento, todos queriendo estrechar nuestra mano, tomarse una foto conmigo, preguntar dónde he conseguido mi atuendo, conocer a Neptune, hablar del dinero de Neptune, ver cómo pueden hacerse con un poco del dinero de Neptune.

No es de extrañar que mi compañero de piso odie esta clase de eventos, razón por la cual solemos adoptar una dinámica muy estudiada, donde él se adueña de un lugar cómodo de la fiesta mientras yo revoloteo como una mariposa por toda la sala, llevándole a invitados que creo que valen la pena.

Es demasiado importante para estas personas, y es vital que no lo olviden.

- Yo me sentiría totalmente intimidada si te conociera de este modo – digo con media sonrisa mientras lo admiro sentado en uno de los sillones cercanos a la chimenea. Está vestido con un traje de impoluto color blanco, camisa y corbata negras, que combinan con la cadena y los aretes de titanio que he elegido para él, inconscientemente se ajusta las mancuernillas con la puntiaguda letra "N" que usa en los eventos más importantes.

 Está vestido con un traje de impoluto color blanco, camisa y corbata negras, que combinan con la cadena y los aretes de titanio que he elegido para él, inconscientemente se ajusta las mancuernillas con la puntiaguda letra "N" que usa en los event...

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Colgada de su cuello está la llave plateada que me une legalmente a él; cada que la veo, me estremezco y juro sentir que el collarín a juego que rodea mi garganta aprieta más de lo normal.

- Es una suerte para ti que normalmente me veo como una rata de biblioteca- susurra mientras adquiere una pose fingidamente relajada con su vaso en la mano. Pasa un brazo por mis hombros y se acerca a mí sin miramientos, como lo hace el resto de los políticos con sus amantes, pronto descubro que es solo una artimaña para poder susurrarme – ¿Las tienes bien identificadas?

Asiento con gravedad y bajo la mirada a mi atuendo; estoy totalmente cubierta por perlas, se deslizan por mi pecho y mis caderas, abrazando el cuerpo que antes odiaba y ahora me otorga tanto poder. El resultado es tan fastuoso que puedo sentir las miradas de todos a mi alrededor, yo misma no puedo evitar admirarme en cada espejo que se me cruza.

 El resultado es tan fastuoso que puedo sentir las miradas de todos a mi alrededor, yo misma no puedo evitar admirarme en cada espejo que se me cruza

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EL TRIBUTO| Los Juegos Del Hambre (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora