𝐻𝑒𝓁𝒶𝑒𝓃𝒶𝒱𝑒𝓁𝒶𝓇𝓎𝒾𝑜𝓃, primogénita de la Princesa Heredera Rhaenyra Targaryen y el Príncipe Consorte Ser Laenor Velaryon, nació en medio de un desastre climático que azotó Desembarco del Rey a inicios del 114 D.C. Cuando la torrencial lluvia bloqueó la vista de los ciudadanos, arrasó con barcos en alta mar y los truenos fueron más atronadores que los rugidos del fallecido dragón del conquistador, Balerion. La pequeña princesa llegó al mundo con poderosos pulmones que anunciaron su presencia a todo el castillo, las criadas aseguraron que los potentes llantos podían escucharse incluso fuera de la Fortaleza Roja. Tal vez incluso por todo el Reino.
La gigantesca sonrisa de felicidad en el rostro del Rey al sostener a su nieta por primera vez y el gozo de los jóvenes padres al tener a su primogénita en sus brazos no se vio opacado por las miradas de lástima que recibieron por parte de la Corte Real al ver que el primogénito de la Princesa Heredera de Los Siete Reinos era otra Princesa, ni flaqueó por las terribles noticias que se difundieron por todo Desembarco del Rey cuando horas más tarde del parto de la Princesa Heredera, la Reina Consorte, Alicent Hightower, entró en una labor de parto adelantado y dio a luz lo que solo podía ser descrito como una aberración a la Fe de Los Siete. Una niña, o lo que debería haber sido, retorcida y mal formada, de piel grisácea escamada que ardía al tacto, huesos frágiles que se quebraban con el mínimo movimiento, un gran agujero en la garganta y otro en el pecho y una gruesa cola de dragón. Un dragón humano, fueron las palabras del Gran Maestre Mellos quien atendió el parto, vociferando a los cuatro vientos que la Reina había sido maldecida por los Dioses por casarse con paganos impíos, antes de ser expulsado de la Fortaleza por la Mano del Rey, Lord Lyonel Strong, que no permitiría una ofensa de tal magnitud contra la Familia Real.
Las criadas, pese a las duras advertencias del Señor Mano, se aseguraron de difundir los rumores de que la Reina gritó horrorizada al ver el fruto de su vientre y lo escupió como un monstruo. Llorando desconsoladamente en un ataque de histeria, rogando sin parar el perdón de sus dioses, y que solo se detuvo cuando fue sometida por los acólitos y la leche de amapola forzada en su garganta.
Fue una misericordia de los Dioses que la niña naciera muerta, susurraron los hombres y mujeres de fe.
Desesperado por acallar los rumores y negándose a ver a su segunda esposa sucumbir ante las habladurías del Reino, el Rey ordenó un festejo que duró tres semanas por el nacimiento de su nieta Helaena. Así, tanto la nobleza como el pueblo, abandonó el tema del dragón humano—o La Princesa Rota—como se le llamaba a la fallecida princesa, que la Reina había dado a luz y centró toda su atención en celebrar a la primogénita de la Delicia del Reino, jugando torneos y canciones en su honor. Princesa que, al igual que su madre, se ganó el amor del Reino sin esfuerzo. La Luz del Reino, alabaron los bardos a la niña de cabellera rubia dorada con rizos Velaryon, piel pálida pecosa y deslumbrantes orbes violetas.
