Capítulo 50: Seguidores de Eren Yeager

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Eren Yeager

Con una expresión de cansancio grabada en su rostro, Ymir cruzó la puerta, con la ropa desaliñada y cubierta de capas de tierra, asemejándose a un guerrero cansado de la batalla que regresaba del frente. Con su voz teñida de genuina preocupación, Eren rompió el silencio que flotaba en el aire, preguntando sobre el estado de las cosas más allá y fuera de los muros, "¿Cómo está la situación ahí fuera?" Sin embargo, Historia entró en acción, su preocupación era evidente mientras corría al lado de Ymir, temiendo que el peso del cansancio pudiera hacerla tropezar y colapsar sin ceremonias en el suelo implacable.

Con un brillo de aprecio brillando en sus ojos, Ymir le dedicó a Historia una mirada llena de gratitud, un reconocimiento silencioso de la inmensa bondad que le había brindado. En respuesta, Historia guió suavemente el brazo de Ymir, muy delicadamente, para que descansara sobre su propio hombro, brindándole el apoyo que Ymir necesitaba para navegar hacia el sofá más cercano. Cuando finalmente se acomodaron, sus cuerpos hundiéndose en los lujosos cojines, Ymir soltó un suspiro de cansancio que parecía llevar el peso de mil días tumultuosos. Cada centímetro de su ser le dolía como si hubiera atravesado paisajes interminables, corriendo incansablemente durante una eternidad sin un momento de respiro.

Mientras Mikasa se acercaba, llevando con gracia un vaso de agua cristalina, lo extendió hacia Ymir. Las comisuras de los labios de Ymir se curvaron hacia arriba, formando una sonrisa genuina de gratitud mientras aceptaba con gratitud la refrescante ofrenda. El líquido frío cayó en cascada por su garganta reseca, infundiendo a su cuerpo una sutil revitalización. Sin embargo, a pesar de la sensación relajante, los párpados pesados ​​de Ymir comenzaron a caer, tentándola a abrazar el sueño. Sin embargo, resistió el impulso, muy consciente de las circunstancias apremiantes que exigían su vigilia. Con una resolución decisiva, decidió permanecer alerta y vigilante. Lanzando una rápida mirada hacia Eren, giró la cabeza para mirarlo.

Mientras las palabras de Ymir fluían suavemente, ella trató de tranquilizar a su oyente, su voz transmitía una sensación de convicción que contradecía la gravedad de la situación. Con aire confiado, expresó su perspectiva. "Creo", comenzó, su tono firme pero teñido con un toque de desafío, "que la situación puede no ser tan terrible como parece a primera vista, por lo que vi y oí a mí misma, los cadetes, la guarnición y el Cuerpo de Exploración está de nuestro lado." Mientras pronunciaba estas palabras, su respiración se escapaba en breves ráfagas, traicionando su excitación subyacente. Mientras tanto, Eren permaneció en silencio, con los ojos fijos en Ymir, su expresión un mosaico de contemplación y acuerdo, reconociendo en silencio la veracidad de sus palabras.

Habían pasado tres días desde su revelación; Eren había escuchado las órdenes del Capitán Levi y se había quedado en su habitación, que estaba en la sede del Cuerpo de Exploración. Sus órdenes eran quedarse adentro y esperar nuevas órdenes, pero Eren no tenía ganas de esperar más hasta que alguien le dijera qué hacer a continuación; lo que tenían que hacer era claro y simple.

Necesitaban apoderarse de la isla y derribar al Rey actual, pero Eren no era tan tonto como para pensar que podía hacerlo de la nada; Necesitaba asegurarse de contar con el apoyo de bastantes partidos antes de pensar en ir en contra de la Familia Real.

Eren sabía que sus acciones debían haberle ganado una reputación entre la gente común; Si era bueno o malo, Eren no estaba seguro, pero por las palabras de Ymir, parecía que la gente estaba dispuesta a escucharlo y escuchar sus palabras sobre el peligro del mundo exterior.

"¿Cómo están nuestros amigos?" Eren preguntó con genuina preocupación, sus ojos escaneando la habitación mientras Mikasa se acomodaba elegantemente a su lado en el lujoso sofá, sus delgados dedos entrelazados sin esfuerzo con los de él. Mientras tanto, Armin estaba absorto en sus pensamientos, el bolígrafo deslizándose por las nítidas páginas de su confiable cuaderno.

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