4-La verdad de ser un principe

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ASTORIA

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ASTORIA

Abrace mis rodillas contra mi pecho, no puedo dejar de ver el lugar por donde cayó mi hermano no entiendo porque razón no puedo llorar, no siento dolor o tristeza, solo siento mi cuerpo vacío y adolorido por los golpes que me di contra la roca.

—Su alteza debemos de volver al reino —Habló Zoltan.

—No —Contesté sin mirarlo.

—Es por su seguridad —Alegó.

—¿Qué hay de la seguridad de mi hermano? —Mi voz salió firme y segura, me levante sin limpiar mi falda rasgada, es momento de mostrar que también soy capaz de mantener a salvo a mi reino —Ustedes —Señale al grupo de caballeros que mantenían sus cabezas gachas en mi dirección —Van a ir directo a la isla Pukirel y harán lo que se les ordenó —Levantaron sus cabezas sorprendidos —Dirán que el príncipe Azazel tuvo un contratiempo y llegará más tarde.

—Su alteza no podemos —Refutó uno de los caballeros.

—No te estoy preguntando si pueden o no, lo van a hacer porque yo lo digo —Señalé en su dirección y me paré frente a él teniendo que levantar mi cabeza para encararlo —¿O piensas no obedecer a la princesa de Dimants? —Cuestioné —Váyanse ahora —Ordene.

—Astoria, es suficiente —Zoltan jalo de mi antebrazo —Volveremos al reino y partiré con un grupo de búsqueda para encontrar el cadáver de su hermano —Me sentí ofendida, solté mi brazo.

—Tu me acompañarás a buscar a mi hermano —Hice énfasis en la última palabra —Está vivo —Rodo sus ojos exasperado.

—Deja de guiarte por deseos infantiles por una vez en tu vida —Vociferó.

—Bien iré sola entonces —Me gire a encarar al grupo de caballeros que sigue estático en su posición —Si no parten en este instante me encargaré de decapitar a sus familias yo misma y frente a ustedes —Escupí molesta iniciando mi camino.

Escuché los pasos sincronizados alejarse, solo espero que no rieguen la noticia de lo que sucedió aquí, no quiero que piensen que el heredero al trono está muerto, o más bien yo no quiero aceptar que seguramente lo está, solo hasta este momento pude sentir una pequeña presión en mi pecho, tengo miedo de no encontrar por lo menos su cadáver, no quiero perder a la única persona que me ha cuidado toda mi vida; escuché pasos a un lado mío, Blanco y Zoltan me alcanzaron.

—¿Sabes porque creo que está vivo? —Pregunté sin mirar a ninguno de los dos.

—¿Por qué sigues siendo una niñita ingenua? —Suspiré molesta.

Me frene frente a blanco, el único ser que me está dando esperanzas de volver a ver a mi hermano, acaricié su hocico y me fije en sus ojos, podré no tener la misma conexión que Azazel tiene con Blanco, pero si puedo leer los ojos de cualquier animal en este mundo.

La chica de cristal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora