•One Shots• Volumen II

Forgive me Pt. 2

Shadow

Desperté muy cansado, en eso dirigí mi mirada a Sonic. Aún le costaba respirar, solo un poco.

¿Cómo puede soportar todo eso?

Seguía mal, terrible.

Aún tenia frío, y temblaba un poco por ello. Por lo que me levanté y fui directo a sus pies, empecé a frotarlos para calentarlos y él dejo de temblar.

Agarré otra manta y me aseguré de que sus pies estuvieran lo suficientemente calientes como para soltarlos.

Los cubrí demasiado y fui cuidadoso.

Dejó de temblar y eso me elevó un poco la esperanza, de poder salvarlo.

Ahora tenía que encargarme de alguien, del verdadero traidor. Besé la mejilla de Sonic sin antes frotarlo un poco.

Antes de salir lo mire aun agonizante.

Cerré la puerta y su imagen se perdió.

Caminé hasta llegar al centro, donde veía a todos divertirse como sí nada. Aun que algunos, como Tails, se preguntaban por que Sonic no salía.

De hecho, Sonic siempre era uno de los últimos en salir. Pero esta vez, no hacía presencia.

—Buenos días Capitán —me saludaron todos.

El zorro aún esperaba a su amigo, estuvó apunto de entrar, pero lo detuve.

—Capitán, Sonic no ha salido. Quiero ir a ver si le pasó algo.

—No te preocupes, él esta algo enfermo.

—¿Enfermo? —se alarmó.

—Si, Espio y yo lo vimos ayer en mal estado, nos dijo que debe estar alejado de nosotros, solo hasta que se recuperé o...

No fui capaz de decir ello, no debe morir.

—¿Va a morir?

—Él vivirá. Solo debe aguantar hasta llegar a la costa.

—No lo entiendo, él estaba muy bien ayer. Además, no se si aguanté hasta nañana para llegar.

—No te preocupes, él estará bien.

Miré de reojo a ese maldito de Edgar. Su aspecto dirá una cosa, pero en sus ojos se veía otra.

Estaba feliz de pensar que no iba a ser atrapado, por ser un maldito traidor. Pero eso no queda así, lo haré pagar por lo que me hizo hacer.

Rogara que lo mate cuando lo este torturando, me pedirá piedad o muerte, pero le haré sufrir, le haré sufrir lo mismo que esta sufriendo mi Sonic.

[...]

Era medio día y entre a mi habitación, él seguía allí, en esa misma posición, con la respiración pesada.

A diferencia de ayer, sus labios estaban resecos y su piel estaba un poco más pálida que antes.

Al menos ya no temblaba.