Parte 4

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Acababa de salir de bañarse y se alistaba el cabello, cuando le avisaron que llegaron y se estaban instalando en sus habitaciones, mandó decirles la hora de la cena y terminó de alistarse. Salió al comedor y aún no los encontró, así que decidió caminar por los jardines. Se sentó en una banca y tomó una flor que había caído hace poco, era pequeña y blanca, contrarrestaba en su mano por el tono de su piel. Escuchó pasos acercarse y unos segundos después apareció Aang, más limpio, pero con el mismo tipo de ropa.

-¿Cada cuándo cambias de ropa?- preguntó mirándole con el ceño fruncido.

-Oh, como tres al día,- contestó Katara mirando su vestido. -¿No te gusta cómo me veo?

-Te ves preciosa,- él se sonrojó después de decir eso, -sólo tengo la duda de cómo viven.

-Bueno, yo te puedo hablar de mí,- le hizo una seña a que se sentara junto a él, -pero, debes de tener en cuenta una cosa, yo pertenezco a la realeza, tengo más que el resto.

-¿Por qué tienes más que el resto?

-Siempre ha sido así,- ella se encogió de hombros. -Las personas dan un poco de sus ganancias a los reyes, a cambio, ellos gestionan salud, educación, seguridad, entretenimiento, una vida digna, los defenderán de todos.

-¿Todo esto lo pagan las personas comunes?- señaló el jardín.

-Bueno, esto tiene en mi familia muchas generaciones, así que no sabría decirte.

-Vaya, el concepto de pertenencia es muy extraño.

-Quizá,- se levantó de la banca y le tendió el brazo, -¿vamos a cenar?

Él aceptó el brazo, aunque la tomó de forma diferente a la convencional, ella lo corrigió con amabilidad y se hicieron compañía hasta el comedor. Gyatso llegó unos minutos después de que ellos llegaron, se sentó y admitió lo bien que se sentía la cama.

Procedieron a comer con calma, Katara tenía la educación de una princesa, por lo tanto no iba a demostrar otra cosa, sin embargo, sonreía al ver a Aang tratando de comportarse con la comida y tomando los cubiertos equivocados durante la ensalada.

-Quizá deba agregar clases de comportamiento en la mesa a tu educación, Aang,- habló Gyatso divertido de verlo pelear con uno de los platillos. El joven se sonrojó y suspiró.

-¿Es necesario aprender eso también?

-Sirve en las cenas y reuniones políticas, así como las de amistad,- agregó Katara. -Uno siempre piensa mejor de una persona por sus modales.

-¡Osea que ya no piensan bien de mí ustedes dos!- los acusó con un tenedor y ambos rieron.

-Mi madre decía que hay que relajarse de vez en cuando,- tomó un poco de su pasta con la mano y se la llevó a la boca. -Sobre todo con los amigos que no te juzgarán.

-Si son tus amigos no te juzgarán,- añadió Aang imitando a la morena.

-Las amistades de la alta sí,- Katara hizo un poco de agua control para llevarse el líquido de su copa la boca y miró con diversión como la veía el joven. -¿Qué?

-¡Eres maestra-agua!

-Dime algo que no sepa.

-¿Por qué no te había visto utilizarla?

-Porque no era necesaria. Maestro Gyatso, ¿me pasa esa salsa? Por favor.

El monje se la pasó, ella lo agradeció y procedió a hacer el mismo movimiento de agua control para ponerle salsa a su platillo.

Deberes y DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora