Parte 19

76 10 0
                                    




-Princesa, pronto se acerca una tormenta, es mejor que se vaya ya a casa.

-Gracias,- miró a Ashuna, se limpió un poco y procedió a salir de ahí.

Caminó junto al guardia que la acompañaba, ambos llegaron a tiempo, se cambió de ropa para bajar a cenar con su padre. Estar en el centro médico de apoyo era su actividad favorita durante las tardes, aunque su padre no lo desaprobaba del todo, no estaba tan contento.

-Me alegra que me acompañes a cenar,- Hakoda la recibió.

-Es un placer cenar en su compañía.

Sirvieron sopa de cinco sabores y Katara pidió repetir, era una de sus comidas favoritas, el personal de cocina lo sabía y estaban encantados de complacerla cada que podían.

-La siguiente semana recibiremos al joven Haru en una cena,- le comentó su padre cuando ya estaban en el postre. -Espero una proposición más formal ahora sí.

-Claro,- sonrió con suficiencia.

En los dos años que llevaba en el Polo Sur residiendo de manera permanente, habían desfilado decenas de pretendientes, su padre había rechazado a muchos y ella a otros tantos, todavía quedaban algunos insistentes, entre ellos Haru del Reino Tierra, a decir verdad, era quien más les agradaba a ambos. Sin embargo, él no había hecho ninguna proposición formal, iba a visitarla y a conocerla.

Su hermano también había propuesto a alguien, el general Hahn del Polo Norte, Katara tuvo una charla con él y parecía tener la mente en otro lado, poco interés de su parte la cansó. Los consejeros de su padre estaban desesperados, necesitaban encontrarle un esposo a su princesa y uno que fuera bueno, que la unión trajera beneficios a la nación. Hasta ahora, Haru era quien más le convencía, pero no llegaban a nada claro.

Pasó los siguientes días realizando la rutina a la que se había acostumbrado desde que llegó hacia dos años con el corazón roto: desayunaba con su padre, escribía cartas o atendía a personas con asuntos del lugar, comía con el rey, iba al centro médico a ayudar como sanadora, regresaba a cenar con su padre, leía un poco y dormía. En algunas ocaciones asistía a cenas con altos mandos de la nación, otras visitaba a las hijas de los comandantes o recibía pretendientes. Lo que fuera por no pensar en él. Sin embargo, cuando llegaba algún nómada y veía sus ropajes, no podía evitar que el corazón le saltara un poquito.

Haru apareció por el reino con una sonrisa, le agradaban sus visitas, le contaba cosas del Reino Tierra, de sus ocupaciones como militar, anécdotas de sus aventuras, cuando conoció a un tejón topo y cómo fue perseguido por un oso ornitorrinco. Katara reía mucho cuando él estaba cerca.

Ambos daban un paseo por el lugar, se habían detenido cerca un lago congelado, unos cuantos guardias los seguían, Katara miró el cielo, se veía hermoso, tenía un azul claro y varias nubes esponjosas esparcidas, se imaginó volando por el cielo en un bisonte, suspiró.

-Realmente me gusta su compañía, princesa Katara,- le mencionó Haru mirándola. -Y hoy venía dispuesto a declarar mi amor con el corazón en la mano.

-¿Venía?- le inquirió levantando la ceja.

-Sí, creo que no lo haré, tampoco una propuesta.

-Vaya... ¿Puedo saber por qué?

-Claro,- se detuvieron frente al lago, él miró al horizonte. -He venido aquí durante casi dos años con la esperanza de conquistar su corazón, de que usted se case conmigo por amor y no por compromiso, creo que no lo he logrado.

-¿De qué habla?- parpadeó un poco confundida.

-Sé que la pasamos bien juntos, pero no está enamorada de mí.

-Siempre he creído que me enamoraré con quien me case,- contestó después de un momento. -Me niego a dejar entrar a alguien a mi corazón antes.

-Princesa,- Haru le tomó de las manos. -Yo quiero proponerle matrimonio a usted, antes que hable con su padre, piense en que podemos pasar el resto de nuestras vidas juntos y si eso le emociona y la complace, haré todas las formalidades requeridas, pero sólo cuando usted esté de acuerdo y quiera enamorarse de mí.

-Haru, yo...

-No me diga nada aún, pienselo, meditelo y si está dispuesta a amarme, yo vendré y no nos separaremos nunca más,- le besó la mano y la soltó.

No hablaron mucho después de eso, Hakoda estaba decepcionado de no recibir una propuesta cuando Haru se fue, resopló mucho y los consejeros hablaron de conseguir que se casara sólo con alguien del Polo Sur, que ellos mismos organizarían una lista y Hakoda elegiría a alguien, también se habló de hacer una competencia entre los jóvenes casaderos de la nación, eso último le parecía muy divertido y absurdo.

Deberes y DeseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora