Drabbles ObaGiyuu.

7.

Una pequeña niña de cabellos azabaches y ojos azules corría por los pasillos de su hogar.

—¡Tsutako, ten cuidado! — Giyuu se angustiaba cada vez que la veía correr. La niña solía ser muy brusca y caerse, y no le gustaba verla llorar.

—¡Pero mami soy un avión! — grito.

Tomioka rápidamente fue con ella y la tomó en brazos, dando unas vueltas antes de llevarla a la cocina junto a él.

—¿Quieres? — El mayor ofreció una cuchara cubierta de chocolate, la cual gustosa aceptó su hija. — ¿Esta rico?

—Si efta muy dico

—Mi amor, es malo hablar con algo en la boca, te puedes ahogar. — Iguro se había metido en la conversación, llamando la atención de ambos ojiazul.

—¡Papá! — Estiró sus brazos mientras cerraba y abría las manos, en busca de contacto.

Algo que rápidamente hizo Obanai, tomó a la pequeña entre sus brazos y acarició su cabello de forma brusca, recibiendo una mala mirada de su esposo.

—La vas a despeinar y Kanroji tardo mucho en poder hacerle esas trenzas

—Tks, al final se las va a quitar igual.

El ojiazul suspiro y siguió derritiendo el chocolate.

El heterocromatico se sentó junto a la ojiazul en una de las sillas, empezando a jugar con ella entre sus brazos.

—Papá?

—¿Dime?

—¿Cómo se hacen los bebés?

Y ahí estaba, la pregunta que jamás quiso escuchar de su pequeñita hija. ¡Solo tiene cuatro años, no puede saber esas cosas!

—Verás, cuando el papá y la mamá se quieren mucho, el papá agarra a la mamá de la cintura y la pone contra la pared, y- — No pudo terminar cuando se tuvo que empezar a sobar la cabeza por el sartenazo que recibió. — ¡Auch!

—Mira mi niña — Dejó el sartén a un lado y tomó a la pequeña— No es como el tonto de tu papá dice, sino que cuando la mamá y el papá se aman mucho mucho, el papá le planta una semillita a la mamá en la panza, y esa semillita crece durante nueve meses y después salen preciosos niños.

Obanai miro a su esposo para después empezar a rogar por su vida con la mirada.

—Tsutako duerme conmigo hoy, tu afuera en la calle — Dijo para después apagar la cocina e irse a la sala de estar con su hija.

Esta vez sí que la había cagado, y bien jodido.