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Se sentía inútil

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Se sentía inútil.

—Te toca. — Estaba jugando ajedrez junto a la persona más importante para él, Giyuu.

—Te toca — Tomioka tenía los ojos cerrados. No sabía por qué pero, Iguro le hizo prometerle que no los abriría por nada del mundo.

El heterocromatico suspiro, lanzando todo el juego a un lado. Acto que hizo al ojiazul alarmarse, pero seguía con los ojos cerrados.

—Yo... necesito hablar contigo, Yuu.

—¿Sí? Dime.

—Es difícil. — Forzó una risa. — En la última misión que tuve, el demonio me echo una especie de veneno. — Suspiro, nuevamente. — Es contagioso, estas a tiempo de irte si quieres. No quiero que mueras, no por mi-

Quería terminar de hablar, pero las lágrimas que habían comenzando a salir de sus orbes turquesa y dorado lo interrumpieron.

No, no fue eso.

Fue el abrazo que formó el ojiazul. Se había lanzado hacia el cuerpo del heterocromatico.

Le daba igual morir, después de todo, con el trabajo que tenía no era algo sorprendente.

—Si tú mueres, quiero morir junto a ti. — Dijo después de varios minutos. Obanai, con miedo, aceptó el abrazo.

Al separarse, el veneno había comenzado a hacer efecto.

Ambos azabaches se encontraban mareados. Giyuu se sentó, apoyando su espalda en la pared. Mientras Obanai se acostó a su lado.

—Giyuu.

—¿Sí?

—¿Me das tu mano?

—Está bien

Sonrió y tomó la mano del heterocromatico.

Al pasar unos minutos, el silencio abundaba la habitación.

—¿Giyuu, sigues ahí?

—No me iré.

—Esta bien. — Suspiro. — ¿Podrías... darme un último abrazo?

No obtuvo respuesta oral.

Puesto que Tomioka ya se encontraba acostado al lado de Iguro, abrazandolo por los hombros mientras plantaba besos en el rostro de este.

—¿Puedo abrir los ojos?

—No quiero que me veas.

—Quiero quedarme con un último recuerdo.

—Bien...

Después de largos minutos con los ojos cerrados, por fin pudo ver el rostro de quien tanto amaba.

—¿Sabes, Giyuu? — Sonrió. Lo hizo mientras veía los hermosos orbes zafiro de quien tanto amaba. — Jamás te gane ni una sola partida de ajedrez.

—Algún día lo harás.

—¿Algun día lo haré?

No obtuvo respuesta.

Ni la pidió.

—Te amo, Giyuu.

Sus respiraciones se detuvieron al mismo tiempo. Pero, como si fuera posible, Obanai no dejaría que sus últimas palabras fueran unas preguntas.

Sino una afirmación.

“Giyuu, are you still there?”

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Giyuu, are you still there?”.

Bye bye, nos vemos (。>‿‿<。 )

Drabbles ObaGiyuu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora