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La lluvia esta noche no ha frenado ni por un momento pero al menos se había calmado, al igual que la respiración de Harry.

No estoy segura en qué momento se ha quedado dormido, pero se ha ceñido a mi cintura con sus brazos y no me ha soltado desde el momento en el que me quite los zapatos y me recoste junto a él. Ahora mi rostro reposa en su pecho y este me invita a cerrar los ojos. Los latidos de su corazón parecen un suave arrullo.

Es evidente que ha pasado una mala noche antes de entrar en la habitación. Su cuerpo estaba temblando y sudando cuando lo toque. Su corazón parecía querer escaparse de su cuerpo y no volver a sentir en la vida. Pero lo que más me habían perturbado eran sus ojos.

Recuerdo cuando papá volvió de la guerra.

No es fácil ir a la guerra y mucho menos siendo marino. Al principio amas la sensación. El océano es tu lugar en el mundo y luego, comienzas a temerle. El temor de morir ahogado es incluso peor que el miedo de recibir un misil o una bala. El hecho de que tu amor más profundo sea el responsable de tu muerte da una sensación agobiantemente perturbadora. El perturbador miedo de sentir el agua llenando cada órgano de tu cuerpo mientras te hundes en la profundidad de la oscuridad de lo desconocido. El océano es demasiado grande y todo se vuelve pequeño. Eres un microorganismo de vida muriendo en medio de tanta majestuosidad.

Luego el miedo se vuelve algo lejano cuando sobrevives a la guerra, pero nunca desaparece. Está allí como un amigo a distancia, presente y distante, rondando en tu mente. La sensación de movimiento te deja mareado los primeros días en tierra y todo parece dar vueltas. El miedo al volver a la guerra pero la extraña sensación de añoro al mar. Es una relación tóxica que no puedes dejar ir. Le temes pero vives para ello.

Tal parece que Harry jamás ha dejado el océano. Está tan perdido que parece estar en la profundidad de un mar oscuro y turbulento. Eso es lo que reflejan sus ojos.

Miedo.

Papá había logrado pasar eso. Los primeros meses ha estado conmigo en casa, sobre todo porque mamá le pidió el divorcio cuando en su ausencia estuvo involucrada con otro hombre. Segundo, porque tenía noches de insomnio. Noches tan perturbadoras como estas.

Él prefería estar solo, o al menos eso decía. Sin embargo su psicólogo dijo que era importante que volviera a involucrarse con sus lazos en la tierra. Eso funcionó por un tiempo, pero luego, su amor tóxico lo llamó. Ahora está en el océano, navegando sin un puerto fijo. Simplemente disfrutando de la sensación que lo impulsa a la vida.

— Debes dormir —, la voz de Harry me saca de mis memorias.

Su profunda voz hace temblar su pecho, en el cual sigo acostada. Alzó la mirada y me encuentro con sus ojos. Parecen un mar tranquilo. Sin embargo siguen siendo profundos.

— No tengo sueño, estoy bien. —, le murmuro. Mi voz es baja y se mezcla con el sonido de la lluvia. El parece no estar de acuerdo con mi revelación, sin embargo no dice nada, respira profundo y me atrae hacia él, enterrando su nariz en mi cabello.

No recuerdo haber tenido un acercamiento así con ningún hombre. No porque no haya tenido parejas algo así, si no porque la sensación es increíblemente bonita y comoda.

— Estabas durmiendo bien, no tienes que quedarte despierto porque yo lo estoy —, me mencionó, luego de largos minutos de silencio. Puedo sentir su respiración contra mi mano, la cual tengo apoyada en su pecho mientras lo observo.

Su rostro parece estar cincelado por el mismo Miguel Angel. Su estructura es perfecta, armoniosa y elegante. Su piel es suave y tersa, como mantequilla, y te invita a acariciarla, pero aun no me animo. Sus ojos son masculinos y hermosos, pero sus pestañas son un verdadero tesoro. Son tan rubias como su cabello y llegan casi hasta sus cejas, las cuales enmarcan perfectamente aquel color extraño que siempre parece querer llamarme.

Ocean eyes | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora