Parte 4

1K 32 1
                                    

Chiara regresó a su respectivo lugar de trabajo, encontrando a sus dos mejores amigos bastante enfadados con ella.

"No puedes actuar así", le recriminó la pelirroja.

"Y mucho menos con alguien como ella", le dijo Martín bastante enfadado. "Te podemos ayudar con despistes tontos, como nos pasan a todos, pero desafiar así a una cliente tan importante, no".

"Chicos, relajaos, fui y le pedí perdón, ya está todo solucionado", dijo lo más calmada que pudo.

"¿Y por qué vienes con ese sofocón?", le preguntó su amiga acercándose un poco a ella y bajando un poco la guardia.

"Porque la loca esa tenía más de 10 maletas para subir, y una está en forma pero también se cansa", dijo sentándose.

"Está bien, pero no lo vuelvas a hacer", le dijo Martín regalándole una sonrisa. "Me voy chicas, tengo trabajo que terminar".

"Yo también, he dejado el salón solo", dijo la pelirroja.

"¿Nos vemos luego?", preguntó Chiara con una sonrisa.

"Yo no puedo, he quedado con Juanjo y Rus también tiene cita con Omar", dijo Martín viendo cómo la cara de su amiga cambiaba.

"Está bien, hablamos chicos", dijo despidiéndose de sus amigos y volviendo a su puesto de trabajo. Comprendía que al final, cuando tus amigos tienen pareja, las quedadas se reducen, sobre todo cuando eres la soltera del grupo.

No pasó nada más interesante en el resto de su turno, así que, como no tenía plan con sus amigos, se encaminó hacia su casa para poder descansar un rato. Había sido un turno largo, y parecía que el día se había aclarado y había salido el sol.

Decidió salir. Cuando no tenía nada que hacer, iba a un parque cerca del hotel, para ella un lugar mágico. Era un pequeño parque adornado con muchas flores de distintos colores, una fuente con una pequeña estatua un poco desfigurada por el paso del tiempo y unos bancos donde sentarse. Lo más especial de ese banco es que en todos había una pequeña chapita con un pequeño mensaje de algunos grandes poetas. Aunque había leído todas y cada una de las chapas de todos los bancos de aquel parque, siempre iba al mismo, no sabía por qué, pero para ella era especial.

Aquel banco le permitía ver todos los otros, a las personas, pero la podía mantener en un perfil bajo; podía observar cuanto quisiera sin llegar a ser vista. "Hasta que amé nunca viví" - Emily Dickinson, esta era la frase que contenía su banco favorito.

Aquel verso para ella significaba demasiadas cosas. Había tenido alguna que otra relación amorosa, pero nada serio. No solían llamarle mucho la atención esas cosas; era solitaria y solo se dejaba acompañar de vez en cuando, pero muy de vez en cuando. Pero siempre se preguntaba si realmente algún día lo sentiría, o mejor dicho, si algún día se desprendería de fantasmas del pasado para poder ser libre de sentir.

Vio pasear a la gente del parque: familias con niños, abuelitos que compartían banco y alguna que otra historia, parejas un poco más jóvenes, pero para su sorpresa fue cuando giró la mirada y la encontró, sí, allí estaba ella, perfecta, como de costumbre (no olvidemos que las chicas de moda son lindas siempre).

Estaba allí, con ropa un poco más informal que esta mañana, más humana y menos niña malcriada de cuna de oro.

Violeta estaba observando aquel lugar como la primera vez que ella lo observó al entrar aquí, con los mismos ojos de admiración y la misma cara de adoración fijándose hasta en el más mínimo detalle. Fue entonces cuando, de repente, sus miradas chocaron.

Chocaron tan fuerte en ese instante que las dos sintieron como una corriente eléctrica les recorrió el cuerpo.

"No me lo puedo creer", dijo Violeta mientras intentaba fingir una cara de desagrado.

"¿Qué hace ella aquí?", se preguntaba Chiara, imitando la misma cara de desagrado que Violeta.





COMO ESTÁN MIS LESBIANAS?????
Que os parece? Jijiji

Vale ya está, mi amiga me había echado la bronca por las faltas de ortografía, así que las he cambiado todas.

Tú y yo, y todo lo demás -KiViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora