Capitana Moon Byul

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Apenas había cruzado el camino de tierra cuando JungMin salió corriendo de detrás de la taberna. Aunque en su mano tintineaba victorioso un pequeño monedero con monedas de oro, estaba claro que no había pasado desapercibido, si la mujer que le perseguía servía de indicio.

En realidad, perseguir no era la palabra adecuada.

Una mujer bajita y mayor le seguía a un ritmo bastante pausado, y parecía más molesta que víctima.

Yongsun se escondió entre las sombras de un edificio al otro lado de la calle, esperando que la mujer no la hubiera visto. Debía de ser la dueña de la taberna, se dio cuenta.

En lugar de un hermoso vestido como el de la tabernera, esta mujer llevaba un sencillo vestido marrón de tela gruesa y resistente.

Finas hebras grises se entremezclaban con sus rizos castaños, que mantenía recogidos hacia atrás, apartados de la cara. Las arrugas de la edad tiraban de su piel suave y pálida, y un ceño feroz se dibujaba en sus labios.

En algún momento, mientras Yongsun y JungMin estaban dentro, la ciudad fantasma se había vuelto un poco menos... fantasmal.

Ahora había mucha gente en la calle, hombres y mujeres con ropas andrajosas y manchadas de sal, y pistolas o espadas en las caderas. Algunos caminaban en grupos, cuesta arriba, hacia la taberna, mientras que otros permanecían de pie en pequeños círculos, hablando y riendo.

¿Eran sus piratas?

¿De la capitana Moon Byul?

La tabernera se detuvo en lo alto de la colina y se puso las manos en la cadera, como si estuviera esperando algo. Aun así, el ladrón no aminoró la marcha.

JungMin bajó la colina a toda velocidad hacia un grupo de marineros, con el oro aún tintineando en su mano, y una mujer alta y delgada con un tricornio oscuro de cuero salió de entre la multitud. Debió de reconocerla, porque intentó darse la vuelta y correr en dirección contraria, pero la mujer del sombrero tricornio lo atrapó antes de que pudiera hacerlo.

Lo hizo girar para que mirara a la tabernera y le puso la espada en la garganta.

La tabernera se encontró con la pirata en medio de la calle y le tendió una mano palida y arrugada.

—¡No me mates! —JungMin sollozaba—. ¡Por favor, no lo hagas!

Yongsun miró a la pirata con los ojos entrecerrados. ¿Era ella?

¿Era Moon Byul?

No podía saberlo desde esta distancia.

La pirata mantenía su espada contra él, cruzada sobre su pecho y apretada contra su garganta.

—Devuélvele su oro.

—Sí, sí, por supuesto. —dijo JungMin, y con dedos temblorosos, dejó caer el monedero en la mano de la tabernera. Esperó a que la pirata lo soltara, pero no lo hizo.

—¿Está todo? —preguntó la pirata a la tabernera.

La mujer mayor abrió el monedero y echó un vistazo al oro que contenía.

—Sí, Capitán. Creo que sí.

Capitán.

Había dicho capitán.

Incluso con JungMin entre ellas, Yongsun aún podía ver parte de la ropa de la mujer: unos pantalones de cuero descoloridos y un jubón de cuero negro.

No había mucho en lo que basarse, pero aquel jubón de cuero negro se parecía mucho al que llevaba Moon Byul en el anuncio de Se busca.

Al igual que el tricornio.

Piratas de Aletharia [MoonSun] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora