Un Villano Descenso

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El día de su ejecución, Kim Yongsun decidió que lo único peor que nacer siendo una malvada hechicera era nacer siendo bondadosa.

Si hubiera sido un poco menos amable, la mujer que amaba nunca habría tenido la oportunidad de traicionarla.

Si hubiera sido un poco menos amable, So Nyeo estaría muerta y no delante de ella, orgullosa y hermosa y...

Viva.

Los guardias encargados de escoltarla hasta la horca se detuvieron bruscamente al ver a su ex amante, lo que, por desgracia, significaba que ella también tenía que detenerse.

Los mismos saludaron a Nyeo, mientras Yongsun, con grilletes en las muñecas y los tobillos, se limitaba a mirar.

-Pueden retirarse. -dijo Nyeo a los guardias.

Ese fue el insulto final, en realidad: que Nyeo asumiera que Yongsun no había aprendido nada de la traición, que asumiera que caminaría hacia su muerte voluntariamente.

Kim Yongsun fue ingenua una vez.
Ya no lo era.

-Almirante -dijo un guardia-, con el debido respeto, ella es...

-Sé lo que es. Más que tú, te lo aseguro.

-Sí, almirante. -dijo el guardia. Aun así, vaciló-. Pero nos ordenaron mantener catorce guardias armados a su alrededor en todo momento.

Nyeo cruzó las manos con fuerza tras la espalda y levantó la barbilla, con su larga melena rubia brillando como el oro al sol.

-Y yo, como su almirante, estoy refutando esa orden. ¿Está cuestionando mi autoridad?

-No, almirante. -se apresuró a decir el guardia-. Jamás lo haría.

Yongsun entrecerró los ojos ante Nyeo.

Hacía sólo unos meses, le había encantado el orgullo que brillaba en sus hermosos ojos azul claro.

Ahora lo despreciaba.

Los guardias, por supuesto, siguieron las ordenes, como los tontos descerebrados que eran.

A solas con su traidora amante, por fin, Yongsun bajó la mirada, contemplando a Nyeo de uniforme.

Tal vez, si Nyeo hubiera estado vestida así -y no herida y sangrando- cuando se la llevaron a Yongsun, se habría dado cuenta.

Con aquel chaleco azul planchado que hacía brillar sus ojos azules como el mar mismo, era obvio dónde estaba la lealtad de Nyeo.

Aunque Yongsun no podía ver a la multitud desde donde estaba, sus cánticos sonaban claros como una campana.

¡Maten a la bruja!
¡Maten a la bruja!
¡Maten a la bruja!

Casi como si realmente le importara lo suficiente como para sentirse incómoda por esos cánticos, Nyeo se aclaró la garganta.

-Has perdido algo de peso.

No es que fuera mucho en el gran esquema de las cosas, pero al menos la habían permitido cambiar sus harapos del calabozo por la ropa que había llevado antes de su arresto.

Y esa ropa colgaba suelta de sus curvas ahora, ya no se ajustaba a su forma.

-Sí -dijo Yongsun, con voz de hielo-, eso suele ocurrir cuando no te dejan comer.

Nyeo suspiró.

-Te ofrecieron comida a cambio de información. En lugar de eso, decidiste morirte de hambre.

Yongsun forzó una sonrisa amarga.

-Quizá la única buena decisión que he tomado últimamente.

Piratas de Aletharia [MoonSun] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora