—Washington D.C
En el tejado de la Casa Blanca, escondido en un rincón del paseo, hay un trozo de revestimiento suelto, justo en el borde del solárium. Si se manipula con delicadeza, se puede despegar lo suficiente para dejar al descubierto un mensaje que alguien grabó debajo con la punta de una llave o tal vez con un abrecartas robado del Ala Oeste.En la historia secreta de las primeras familias— un aislado vivero de chismosos que juraron guardar discreción total respecto de muchas cosas de pena de muerte— no se sabe con seguridad quién lo escribió. Lo único que, por lo visto, la gente sabe a ciencia cierta es que tan solo el hijo o la hija de un presidente pudo tener el atrevimiento de pintarrajear la Casa Blanca. Hay quien jura que fue Jack Ford, con sus discos de Jimi Hendrix y la habitación de dos pisos que tenía asignada, contigua al tejado para poder salir a fumar por la noche. Otros afirman que fue Luci Johnson de jovencita, con su ancha cinta en el pelo. Pero da lo mismo. Las palabras pintadas continúa allí, a modo de mantra privado para quienes sean lo bastante ingeniosos para dar con ella.
Sergio la descubrió a la semana de estar viviendo en la Casa Blanca, y nunca le ha revelado a nadie cómo.
Y en esa pared dice lo siguiente:
REGLA N. 1: QUE NO TE ATRAPEN
Los dormitorios del Este y el Oeste de la segunda planta por lo general se reservan a la Primera Familia. Inicialmente fueron diseñados como un único dormitorio gigantesco para las visitas del marqués de Lafayette durante la administración Monroe, pero al final se dividieron. Sergio tiene el del Este, ubicado enfrente de la Sala de Tratados, y Paola utiliza el del Oeste, situado junto al ascensor.
Cuando eran pequeños y vivían en Texas, tenían los dormitorios organizados de igual forma, a uno y otro lado del pasillo. En aquella época se sabía cuál era la ambición de Paola aquel mes en concreto observando qué era lo que cubría las paredes. A los doce años, eran pinturas a la acuarela. A los quince, calendarios lunares y fotografías de cuarzos. A los dieciséis, recortes de periódico de The Atlantic, un banderín de la Universidad de UT Austin, Gloria Steinem, Zora Neale Hurston, y extractos de los papeles de la sindicalista Dolores Huerta.
La habitación de Sergio estaba siempre igual, simplemente iba abarrotándose cada vez más de trofeos de fútbol soccer y deberes de la preparatoria. Todo ello está acumulando polvo en la casa que aún conservan allí. Colgada de una cadena, alrededor del cuello, siempre oculta a la vista, Sergio lleva la llave de esa casa desde el día que se marchó a Washington.
Ahora, la habitación de Paola, situada en el otro lado del pasillo, es un luminoso espacio pintado de blanco, rosa suave y verde menta, fotografiado por Vogue y, según se dice, inspirado en las revistas de interiorismo de los años sesenta que encontró en uno de los salones de la Casa Blanca.
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Red, White & RedBull | chestappen
FanfictionSergio Michel Wolff-Pérez, el hijo millennial de la presidenta de Estados Unidos, es un tesoro para el marketing de la Casa Blanca: atractivo, carismático e inteligente. Lo que nadie sabe es que no soporta al príncipe Max, el nieto del rey de Inglat...