¿Que ocurre cuando dos mundos que parecen distintos se juntan?
Ellos estaban destinados a conocerse y permanecer juntos sin embargo la gente que los rodea no estará de acuerdo con aquello.
Seguirán su corazón y permanecerán juntos, o se separaran pa...
En esta historia se modifican algunas cosas que influyen con la familia principal a la que nuestra protagonista pertenece como por ejemplo darle una posición más importante dentro de México y otras cosas más.
Espero no incomodar a nadie con el rumbo que tome la historia en ese aspecto.
Sin mas que decir, les doy la bienvenida al primer capítulo de CURVAS DEL DESTINO.
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Valentina
Guadalajara, México.
Aunque mi apellido lleva consigo un legado de poder y prestigio, la realidad tras bambalinas es muy distinta.
Mientras mis hermanos se lanzan a la pista, yo navego entre documentos, contratos y reuniones interminables. No es que me queje, al contrario, amo lo que hago, pero a veces me pregunto si mi madre lo entiende.
—Me puedes pasar un plato por favor.—Me encuentro en la cosina de uno de los restaurantes que pertenecen a mi familia.
Me gusta cocinar y en este lugar puedo darle rienda suelta a mi imaginación sin ser mal vista o juzgada por mi familia la mayor parte del tiempo.
—Señorita, su madre está aquí.—Llega una de las chicas que trabaja como mesera algo alterada por la presencia de mi madre y no es para menos muchos en este lugar le tienen miedo ya que es una persona que transmite frialdad.
Me lavo las manos para ir a su encuentro preparándome mentalmente por el regaño que se que viene.
Mi mamá odia que me involucre con las actividades del restaurante más allá de lo administrativo.
Ella está obsesionada con mantener las apariencias, siempre está encima de mí. Quiere que sea la perfecta representante de la familia, que nunca cometa un error que pueda manchar el nombre de mi padre o de mis hermanos, estrellas del automovilismo.
Cada paso que doy está lleno de la presión de ser impecable, de no fallar. A veces me siento atrapada en un mundo en el que la perfección es la única moneda de cambio.
—Parece que tú único objetivo es dañar nuestra reputación.—Esta sentada en una de las mesas del área privada con vista a un campo de flores.—Solo mírate.
Me escanea de pies a cabeza, llevo el uniforme que utilizan los cocineros con un bonito delantal que me regaló Mario el chef principal del restaurante.
—Por favor mamá no exageres.—Me senté frente a ella.—No he matado a nadie.—Dije en un tono despreocupado.
—Deja de hacer ridiculeces.—Se quita los lentes oscuros y veo que su mirada está inyectada de coraje.—Encargate de las empresas, no desperdicies tu tiempo en tonterías.