Capitulo 5

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-Prométeme por favor que conseguirás a alguien para este puesto mañana? -le pregunto ya desesperada por los nervios.

-En serio tratare de hacerlo, el jefe despidió a varias personas hoy y yo debo buscar remplazo pronto. Pero no te asustes. -me dice Rita.

-que no me asuste? Es broma cierto? Me acabas de decir que el jefe despidió a varias personas y yo no quiero ser una de ellas. Y no es que dude de mis ganas de trabajar es que sé que no estoy preparada para este puesto. -le digo casi suplicando que me saque de allí.

-Se que es abrumador, pero eres inteligente y sobrevivirás. Toca la puerta preséntate y Pregúntale a que necesita darle prioridad y ponte a trabajar en ello, es fácil. – me responde. Claro para ella es fácil decirlo.

-Creo que si puedo sobrevivir a un día. Que tan difícil puedo hacer. -le respondo a Rita tratando de darme ánimos.

-Exactamente Hanna esa es la actitud. Mi ext. directa es 1419 puedes llamarme cuando necesites algo ok. Ya Me tengo que ir, Suerte. -me dice marchándose y dejándome allí, en la boca del lobo.

Espera. -le digo con esperanza de que se quede un poco más orientándome.

-Tu puedes, ve y preséntate. -me dice ya casi saliendo del pasillo.


Y me dejo allí, un escritorio amplio pero desconocido con un montón de papeles y carpetas que no tengo idea de que será. Dios mío santo esto debería ser un crimen, Se que las primeras veces son difíciles, ¿pero esto? En serio no me lo esperaba.


-ok, Hanna, vamos, Basta de quejadera. Tu puedes, tu puedes, respira. -Me digo a mí misma mientras dejo mi cartera en la silla de mi nuevo escritorio. Qué si Dios me ayuda solo será mío por hoy.

Tomo lo que parece ser una agenda del escritorio, para tomar algún apunte que necesite. Y me acerco a la puerta de mi jefe.

Liam Seider es el nombre que tengo justo en la cara. Alzo la mano y toco tres veces.

-Respira Hanna debe ser un viejo cascarrabias, pero hasta allí. Tú puedes con eso. -me susurro para calmarme.

-Adelante. -escucho.

-tú puedes. -me digo mientras abro la puerta y entro. no quiero admitirlo, pero estoy temblando de los nervios.

La oficina era una mezcla entre negro y blanco, era obvio que estaba decorada específicamente para derrochar elegancia, Todo estaba perfectamente ordenado. Pero lo que más llamo mi atención fue el.

-Buenos días. -Dijo el mientras me recorría con una mirada penetrante.


El estaba recostado al lado del escritorio con una carpeta en la mano, era alto, debe medir sus metro ochenta seguro. Tiene unos ojos oscuros que me miran de arriba abajo haciendo que mis nervios se multipliquen. Cejas gruesas que no están al mismo nivel ya que tiene una más elevada que la otra mientras me escudriña. Una nariz afilada que va perfecto con ese mentón fuerte y definido que tiene. Su cabello es negro, esta peinado hacia atrás pero con un toque moderno. Y esa boca sensual con unos buenos labios, que se ven tan provocativos. oh, Dios mío, que hombre tan guapo. El traje Negro que tiene puesto solo lo ayuda verse mas como un Dios griego, apuesto mi primer salario que debajo de esa ropa se debe encontrar unos músculos bien formados y unos abdominales perfectos.


-Y debo suponer que es muda. -me habla sacándome de mi estupor.

-perdón, no hemm me llamo Hanna Sherman y estoy buscando al Señor Liam Seidel. -le respondo tratando de controlarme y alejando los pensamientos que acabo de tener. -Buenos días.

Secretos de oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora