Desde la brillante torre en el centro de Pentagram City, la primera campanada resonó, anunciando el inicio de un nuevo exterminio. La exorcista volaba exhausta y horrorizada entre las calles que se llenaban de cadáveres y armas angelicales. El campo de batalla era grotesco y cruel: cuerpos amontonados, miembros amputados y sangre pintando las calles. Bajo su oscura máscara, no necesitaba distinguir cada detalle para saber que estaba en el infierno; era un año más. Cada grito, cada cadáver, cada mancha de sangre en su uniforme, todo alimentaba la semilla de la duda en su interior.
Un nudo se formó en su estómago mientras descendía para quedarse de pie por solo unos segundos, observó a sus hermanas. Todas cumplían con su deber, y las expresiones en sus máscaras revelaban una extraña mezcla de felicidad y emoción por la carnicería. Vaggie percibió el sonido de unas alas, un son que resonaba como el lamento de un condenado. Era Adam, con su máscara negra y sonrisa dorada enfermiza, se materializó a su lado.
—¿Qué pasa, Vaggi?— El gi en su pronunciación era una molestia, una provocación que Vaggie había aprendido a odiar en silencio. La voz del general era un susurro cargado de superioridad.
Sus ojos, ocultos tras la máscara, parecían examinarla con malicia; apretó los puños. No podía permitirse mostrar debilidad ante él. No cuando la oscuridad se cernía sobre ellos y los pecadores seguían por el lugar. La exorcista se giró hacia Adam, sus alas extendiéndose con urgencia.
—Nada, señor— respondió con desdén. No podía explicarlo. No podía comprenderlo. Pero eso no la detendría. No mientras haya pecadores que exterminar. Sin esperar más, sus alas batiendo con fuerza, elevándola. La gravedad cedió ante su determinación. En picada, se abalanzó hacia el primer pecador que avistó. Adam observó su ascenso con una sonrisa retorcida, como si supiera algo que ella ignoraba.
Casi como si su mente se desconectara de la realidad, el cuerpo del pecador cayó al suelo con su lanza atravesando su pecho. Una y otra vez, su conciencia le aseguraba que todo lo hacía por el bien del cielo. Si no acababa con estos pecadores, podrían rebelarse y desgarrar la paz del cielo como su cruel y desalmado gobernante había hecho hace más de diez milenios cuando se había osado a regalar el libre albedrío a la humanidad, abriendo la puerta al mal que los ancianos celestiales habían luchado por evitar durante siglos.
Pero algo se sentía mal. Como un error. Aquellas eran almas humanas, y muchos no parecían malvados ni tenían intenciones de rebelarse. Mientras observaba la sangre caer de su lanza al retirarla del cuerpo del pecador, no podía evitar recordar las palabras de los serafines sobre las segundas oportunidades y el perdón. Sin embargo, esto no parecía un acto de perdón; Era una matanza. No, una limpieza ¿verdad?
Se encontró atrapada entre los gritos desgarradores y las súplicas desesperadas de los condenados. El aire estaba cargado de agonía, y cada lamento parecía rasgar su alma. ¿Era este el precio del deber? ¿El sacrificio necesario para mantener el equilibrio entre el cielo y el infierno? Sus manos, aferradas a la lanza, temblaban. La hoja se manchaba con la sangre de aquellos que solo anhelaban seguir viviendo un poco más. El conflicto interno la atormentaba. ¿Eran realmente pecadores? ¿Merecían la muerte? El general y su teniente proclamaban que: sí, habían tenido su oportunidad, y la habían malgastado. Sus crímenes, imperdonables, por lo que el juicio divino no los había absuelto.
Intentaba convencerse de que sus actos eran justos. Pero la duda se aferraba a su corazón como una sombra. ¿Quién era ella para decidir quién merecía vivir o morir? ¿Acaso no era ella un instrumento de la voluntad divina? La siguiente víctima se materializó frente a ella. Sin vacilar, Vaggie avanzó. La lanza se hundió en el pecho de la pecadora, no había tiempo para dudar. No podía cuestionar su propósito. Era una de las mejores, una guerrera de primera línea. No podía permitirse perder esa distinción. No, no debía arriesgarse a sufrir el mismo destino que Lucifer.
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✞Seeds of Paradise's Reflections✞
FanficLa más letal, la más capaz, sin dudas ni quejas, con la sangre en sus manos, la mentira en su mente y la semilla de la duda en su interior. En la luz del cielo, una chispa de inhumanidad y maldad. En la oscuridad del infierno, un destello de humanid...