Capítulo 9.

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Había perdido brutalmente...

No pudo ganar aquel Rating Game por su libertad, fue muy ingenua y ahora tenía que asumir las consecuencias.

Todos sus siervos hicieron lo mejor posible, estaba orgullosa de ellos y jamás podría enojarse ni mucho menos echarles la culpa.

Aún así estaba frustrada, odiaba a Raiser con todas sus fuerzas. Tan prepotente, engreído y cruel.

Era casi lo opuesto a él, a aquel amigo a quien siempre tenía en sus pensamientos, lo recordaba con tanto cariño.

¿Cómo estaba?

¿Estaría enojado con ella? ¿con su hermano?

Al menos... ¿él también pensaba en ella con la misma intensidad?

Miró la ventana detallando el cielo negro, suspiró pesadamente a la vez que la puerta se abría entrando varias sirvientes que comenzaron a arreglar su bello vestido de novia pero simplemente las ignoró prefiriendo sumirse en sus pensamientos.

Ciertamente Rias era hermosa en todos los aspectos posibles, su cuerpo, cabello carmesí, piel y ojos zafiro que hipnozaban a casi cualquiera.

-Go...ku -murmuró suavemente cerrando sus ojos.

Soñaba con ver su pequeña figura haciendo presencia en el lugar, salvándole de todo aquello. Sus puntiagudos cabellos negros, su tierna apariencia que le causaba nada más que ternura.

Sus manos se posaron en su corazón sonriendo con un tenue sonrojo en su rostro.

La amargura la inundó al instante cuando aquel círculo magico rodeado en llamas hizo presencia.

.

Se estaba desesperando, su pequeña siervo que en un principio no paraba de llorar ahora se ocultaba de todos, ya ni siquiera hablaba con ella.

Acurrucada en una gran cama apenas sus mechones blancos eran visibles, ella estaba sentada a un lado suyo intentando consolarla pero era inútil.

-E...estoy seguro que volveremos a ver a Goku, por favor, te lo ruega habla conmigo -pidió suplicante limpiando las lagrimas de su rostro.

Ya habían pasado 5 meses desde que no veían al pequeño azabache y la razón que le impedía aquello aún era desconocida.

-Koneko... -susurró agitándo a la pequeña que se giró debajo de la frazadas para darle la espalda- Por... favor...

Ella también estaba destrozada, pero ¿qué podía hacer? Tenía que ser quien ayude a su pequeña torre.

La niña ni siquiera probaba bocado desde días, probablemente seguía bien solo por su condición como diablesa.

"Yo solo quiero ver a Goku-nii"

Su cuerpo se estremeció al oír la voz de la nekomata, a duras penas con un tono quebrado.

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El lugar de lujo casi incomparable estaba repleto de personas de clase noble, gente de rangos importantes dentro del inframundo y los familiares de los prometidos así como sus siervos.

Era claro el disgusto del peerage de Rias pero no había más que pudieran hacer.

Koneko era ahora su nombre, así era llamada por todos sus seres queridos. Ella miraba con mirada seca toda la situación, no le importaba mucho en realidad aunque no estaba a favor del casamiento de su ama pues ella no lo deseaba.

Se centraba mejor en divagar en sus pensamientos y recuerdos como siempre lo hacía. La sonrisa de aquel chico siempre estaba allí presente, recordaba aún su aroma, su voz, su comportamiento, todo de el pequeño youkai.

Sueño carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora