Capítulo 8.

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No se sentía bien, su corazón estaba quebrantado. Entendía perfectamente que las cosas no iban con normalidad y en especial luego de aquella fatal despedida.

Impotencia y arrepentimiento.

No había hecho nada, no le había dicho ni intentado apoyar a aquel muchacho que tanto apreciaba y ahora sentía que lo estaba pagando.

Ya habían pasado dos semanas desde que Lucifer había confrontado a Goku bajo la caida del sol. Dos largas semanas para Rias y Koneko, esta última ya ni siquiera hablaba y justo cuando pensó que las cosas con ella iban bien.

Por ello estaba así, acurrucada en su enorme cama, cubierta de frazadas y una almohada humeda de sus propias lágrimas.

Cada vez que aquella sonrisa falsa que Goku le mostró antes de despedirse cruzaba por su mente no hacía nada más que llenarse de ira y odio hacia sí misma.

¿Por qué no regañó a su hermano por ser tan cruel?

Sí, lo culpaba por todo, habló de más por que fuera la verdad, Goku había estado en negación y él no tuvo la delicadeza para decirle las cosas correctamente.

Le había gritado hasta el punto que quedó casi afónica incluso siendo un ser sobrenatural e incluso Grayfia quedó entre el fuego cruzado.

Ellos eran responsables de todo.

Quería verle, quería abrazarle, comer con él,  charlar con él como lo hacía antes compartiendo el tiempo junto también Koneko.

-Goku~

Un murmullo suave salió de sus labios mientras que con su antebrazo se frotaba sus ojos.

Todos estos problemas no eran porque su hermano le haya prohibido ir junto a él o algo similar, no, ya no se podían abrir portales hacia la montaña de flores y frutas.

No sabían por qué, culpó inicialmente a su hermano mayor, pero este genuinamente se vio confundido pues ni él pudo hacerlo.

¿Goku había hecho algo para que eso sucediera?

Era una posibilidad de que se haya enojado con los diablos, ella y Koneko entre esos y eso le estrujaba el corazón.

La pobre nekomata no estaba en una situación mejor, sus ojos ni siquiera parecían tener brillo. Por suerte al menos aún comía aunque no como debería, pero se negaba rotundamente la mención de aquel postre que su hermano mayor le preparaba.

No emitía su dolor, no hablaba, simplemente se había vuelto más seca en todo aspecto y Rias sabía perfectamente que eso era lo peor que pudo haber pasado con la albina que apenas se estaba abriendo y que por fin encontró confort con otra persona.

Por su gran balcón miró una vez más la luna brillante que llenaba de una tenue luz azul su dormitorio vacío y melancólico.

.

Una nueva mañana habia llegado en aquella hermosa montaña repleta de vida, una cabellera azabache se agitaban entre algunos matorrales, unas pomposas orejas de gato temblaban ante cualquier movimiento que se producía en su alrededor.

-¡Mou! Goku-nya ya deja de esconderte, no me gusta estar buscandote -se quejó molesta la nekomata mientras salía de entre los arbustos.

La misma vestía un kimono negro con detalles celestes que aunque le quedaba algo grande dejaban ver sus curvas en desarrollo.

Unas risas infantiles resonaron en el lugar lo que causaron que la chica infle sus mejillas cómicamente lo que le dio una imagen tierna a cualquiera que la viera.

Sueño carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora