Capítulo 7

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Chantrea

Louis introduce con una lentitud pasmosa la daga en su pecho, el sujeto grita tanto como puede, se remueve, pero no logra moverse. Halley y Max lo tienen bastante bien sujeto y con la fuerza monumental que les otorga su posición demoniaca, es imposible que el sujeto se logre zafar.

Los gritos cesan cuando el tipo comienza a escupir sangre al toserla, manchando a Louis.

La esencia de su alma, que es de un color grisáceo, sale de su cuerpo, recorre el filo de la daga en un suave espiral, casi puedo escuchar su grito dolorido y ahogado, hasta que se introduce en la esmeralda. Un alma más.

Halley y Max sueltan al sujeto que cae desplomado en un ruido sordo contra el pavimento, cuando Louis se aparta lo suficiente.

Max patea al sujeto para voltearlo boca arriba y comienzan con lo que tienen que hacer, con el proceso que se debe hacer. No tardan en sacarle los ojos con suma precisión, si no lo hacen con cuidado los ojos se pueden destrozar y de ese modo ya no funcionarían para lo que se ocupan en la hueste demoniaca y vaya que los ojos son demasiado codiciados, así que Louis se encarga de venderlos a buen precio. La magia que otorgan los ojos es exacta y precisa.

Louis se inclina al cuerpo de aquel sujeto para limpiar su daga con la rapa del desdichado, la regresa a la vaina que lleva atorada en un arnés bajo el pecho. Saca un pañuelo de sus pantalones para limpiarse la sangre que le ha salpicado el rostro. Abre los ojos para verme, sonríe con todo y dientes, su mano se posa con suavidad en mi mejilla, su dedo pulgar toca con suavidad mi mejilla.

—Gracias por tan buen trabajo —menciona melosamente.

No le sonrió porque no tengo que hacerlo.

—Un placer —contesto sin ganas.

Sigo demasiado molesta por su estúpido espectáculo en el que, a todas luces, perdió, aunque no sé por qué me molesta tanto la indiferencia de Ezra, sé bien que él no podía hacer nada.

¿Pero quería que hiciera algo?

Mis manos se vuelven puños ante la frustración. Ha pasado una semana, una semana en la que no he sabido nada de él, una semana en la que ha acatado las reglas. Una semana en la que mi irritación ha subido a niveles estratosféricos y ya debo comenzar a calmarme.

—Louis —murmura Halley quien está volteando con cuidado a todos los lados. Es como si supiera algo que ignoro. Noto como se crispa. La tensión corre por sus venas.

Louis gruñe, sus cuernos salen de su cabeza con demasiada rapidez, el fuego fatuo nos envuelve a los cuatro en un círculo a modo de barrera.

—¿Qué pasa? —pregunto cuándo Max y Halley llegan corriendo a mi lado.

—Los ángeles —la voz de Louis se vuelve grave y resuena fuerte.

Suspiro con fuerza. Digamos que no estamos en buenos términos con los ángeles, y digamos que es toda mi culpa.

—Llévensela —ordena Louis.

Y la verdad que, si es lo mejor que pueden hacer, no le serviría de nada a Louis y no estoy dispuesta a pelear por estupideces como la que los ángeles se creen capaz de reclamar. Hoy estoy de muy mal humor, pero no por eso voy a usar mi magia, lo prometí, me lo juré y no pienso romper ese pacto.

Asiento cuando Max me toma del brazo para jalarme con rapidez, me deshago de los estúpidos tacones que traigo puestos, los dejo votados para seguir el ritmo de Max. Halley se ha quedado cerca de Louis, dispuesta a ser un escudo.

¿Pero qué carajo quieren los ángeles con Louis?

No hemos hecho nada que de algún modo rompa sus estúpidas reglas, hasta nos hemos mantenido en la raya con el caso de Christian, aun así, ellos parecen estar aquí para jodernos.

Un trato con los demonios [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora