Capítulo 29

28 7 6
                                    

Chantrea

Huele a óxido, huele a sangre. Se escuchan gritos, lamentos y graznidos a lo lejos.

Bastián no ha dejado de sonreír en todo el camino que llevamos, en absoluto tengo miedo. Simplemente, me estoy dejando sorprender por la intriga de saber con qué me encontraré.

Halley y Max estaban fuera de este lugar, que parece una bodega gigante, demasiado alejada de todo, con ese aspecto tan tenebroso que hace que ningún ser humano quiera siquiera acercarse.

—Huele a sangre —Max comenta lo obvio. Está demasiado divertido y yo siento el nerviosismo quemando en mi cuerpo. Cada poro de mi ser. Guardo un poco el aire intentando respirar con toda la normalidad.

Los gritos se escuchan cada vez más cerca y tengo que alentar mi paso, Halley se posa a mi lado, tomando mi mano, entrelaza sus dedos con los míos, aprieta con suavidad para darme ese empuje. Asiento casi imperceptible para que sea notorio solo para ella.

La luz amarillenta se proyecta sobre el espacio sin paredes, el lugar donde provienen los gritos, donde el olor es aún más fuerte.

Bastián se detiene en la entrada, se cruza de hombros cuando gira hacia la parte que no vemos. En esa parte donde esta él. Bastián sonríe de lado viéndome por el rabillo del ojo. Está esperando a que llegue.

Suelto la mano de Halley no sin darle un apretón, ignoro la adrenalina, el temblor en mis piernas, el corazón en la garganta que late con fuerza.

Cuando llego hasta el espacio abierto, me coloco al lado de Bastián para ver lo que sucede. Y entonces lo veo a él, veo sus ojos grises, veo las manchas de sangre en sus manos, la sangre en su ropa, en su perfecta camisa blanca que ya no es tan blanca. Esos ojos grises se ven sedientos de sangre, se ven fuera de sí, se ven violentos y eso me enloquece de maneras insanas.

Hay algunos cuerpos tirados en el piso, están en ángulos antinaturales, piernas por aquí, brazos por allá, cabezas, por otro lado, sin ojos en algunas cabezas, sin oídos en otra, viseras derramadas por el sitio, comidas por los cuervos que están en el sitio, repiqueteando los cuerpos. Demasiada sangre y solo esta él, sus ojos grises destilan peligro. Me hundo en ellos. Me quiero perder en ellos en toda su intensidad e inmensidad.

Ezra voltea a verme. Sonríe de lado cuando me ve, pero sus ojos no pierden esa violenta intensidad que estoy disfrutando. Que me come por dentro, que me reclama.

—Ángel —me llama con esa sonrisa desquiciada, esa sonrisa que es mía.

Camino hacia él, sé lo que está pasando, Louis me ha enviado una foto y así es como tuve el placer de conocer a la pequeña hermana de Ezra. Su mano se extiende para recibir la mía, está llena de sangre, llegó a él, tomo su mano, la sensación húmeda y pegajosa de la sangre me recibe con cierto ¿agrado?

Acerca más mi cuerpo al suyo, posa un beso en mis labios, aspira mi aroma con un sonido sordo, tiembla.

—¿Estás bien? —me pregunta cuando soy yo quien debería preguntar eso.

Asiento.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto sabiendo que está ignorando a Bastián, Halley y Max.

—Bueno, estoy intentando saber dónde está mi hermana y también intentando saber cómo es que estos idiotas no se dieron cuenta. —señala a los que están en el piso en ángulos antinaturales.

Asiento viendo a tres hombres, que están en una esquina, juntos, viéndome. Viéndolo, están de rodillas, tiemblan, esperan, ni siquiera se pueden mover.

Un trato con los demonios [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora