Capítulo 16

39 9 7
                                    

Chantrea

El espacio que se ha habilitado para la fiesta esta justo afuera de la pequeña y lujosa mansión minimalista de Ezra, en una carpa que se extiende por el jardín.

Es un sueño de verdes y luces cálidas, un par de antorchas por aquí y allá, luciendo exquisito y encantador. No hay demasiadas mesas, pero si bastante gente y comida.

Louis tiene su mano en mi espalda baja, tiene mi cuerpo pegado al suyo, llevamos bailando dos piezas musicales en todo lo que va de la fiesta, que ha estado llena de excesos. Y no me asusta. No esperaba menos de la hueste demoniaca.

Cuando bajaba en compañía de Louis, algunas chicas estaban tocándose, llenándose con sus dedos. Nos sonrieron con suma lujuria cuando nos vieron.

La libertad de la hueste está en esta fiesta.

El alcohol no ha dejado de aparecer en su formato de hidromiel que es terriblemente dulce, sabe a gloria, a cielo, la verdad es que no sé cuánto de eso he tomado, pero es irresistible, tomas un poco de eso y necesitas más de inmediato.

Sé que sigo sobria y pretendo continuar así.

Se escuchan algunos gemidos ahogados en el fondo, acompañando la música que estamos bailando. Acomodo mi cabeza en el pecho de Louis mientras seguimos bailando.

No he dejado de ver esos ojos grises que no han parado de observarme desde ese trono. He visto a las chicas derretirse a sus pies, tocarlo. Pero él no las toca... él solo me ve a mí y de alguna forma, eso toca fibras sensibles que no debería tocar.

Él bebe una copa más de hidromiel, sus ojos me observan con esa intensidad. Sus cuernos están ahí, toda su esencia, todo su poder, sentado en ese trono se ve extremadamente apuesto.

No he estado en ningún momento sola, así que él no ha podido jugar. Planeo ganar... o tal vez no, aun no lo decido. El hidromiel me tienta a explorar terrenos en donde no me debería involucrar y posiblemente debería meditar el seguir bebiéndolo.

Por mientras, sé que verme con Louis le jode. Pero Louis es mi prometido. Subo mis manos a las mejillas de Louis, para aprisionarlo, él sonríe ante mi tacto. Mis manos resbalan hasta formar una cadena en su cuello.

Siento como se inclina para colocar sus labios cerca de mi oído.

—¿Te está gustando la fiesta, Antrea? —me pregunta con dulzura.

Asiento, sus dedos se resbalan por mi espalda desnuda, en un juego con sus dedos. Se sienten fríos como el hielo.

—Le caes muy bien a todos por aquí, hasta a mi hermano —murmura sin parar el roce—, ¿aún no obtienes su punto débil? —pregunta.

Y mi corazón late con fuerza. Porque mi maldito trato me obliga a no mentir, aunque quiero mentir. Pero uno siempre puede manipular la forma en que contesta.

—¿Tú que crees? —volteo su pregunta.

—Que no —responde él y yo sonrío ante su afirmación.

Louis se vuelve a separar para continuar bailando. Veo los ojos grises que nos observan desde el trono, veo su mirada furiosa y eso me reta a subir la apuesta.

Acerco mi cuerpo al de Louis, me paro de puntitas para acercar sus labios, que me reciben con sorpresa. Aun así, aprovecha mis labios para besarme con mayor intensidad. Es hasta que siento una mano jalar de mi brazo. Volteó para encontrarme con esos ojos grises.

¿Acaso se ha vuelto loco?

—Ezra —dice Louis cuando se separa de mis labios. No quita sus manos de encima de mí.

Un trato con los demonios [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora