Capitulo cuatro

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Kara aparcó frente a la casa de Lena pocos minutos después de las cinco. No podía creer que estuviera tan nerviosa. Llevaba todo el día evitando las llamadas de Miranda, ya que no tenía ganas de enfrentarse tan pronto con el tema, y podía imaginarse como sonarían los mensajes de su contestador cuando llegara a casa. No había ninguna duda de que en un futuro próximo tendría que escuchar un discurso mordaz por parte de Miranda Otto. Kara llamó al timbre y saludó con la mano hacia las cortinas que se movieron: la puerta se abrió para dejar paso a la sonrisa radiante de Lena.



— La hija doctora de Eliza —dijo, y lanzó una carcajada. Al entrar, Kara se dio cuenta de que Lena iba vendada.
— ¿Que te has hecho en la mano? —Un impresionante vendaje cubría toda la mano izquierda de Lena, dejando a la vista únicamente las puntas de los dedos.
— A la hora de comer me han tirado el café por encima. No es tan terrible como parece, pero, como me he pasado toda la tarde dándome golpes en la quemadura, me he puesto más relleno. —Lena la acompañó a través del salón hasta la cocina. Kara no se acordaba de la última vez que estuvo allí.

— «Puede que en Nochebuena de hace dos años» –pensó. El recuerdo la deprimió: Lena parecía tan feliz, incluso a pesar de los rumores que corrían de que Alex andaba acostándose con otras.
— ¡Me alegra tanto que estés aquí! —dijo Lena— Tengo que pedirte dos favores y me temo que uno de los dos es un poco embarazoso. —Abrió la nevera y se asomó al interior— ¿Quieres algo de beber? Hay un montón de cosas aquí dentro.
— Sí. —Kara abrió su refresco light y sonrió. Estaba sorprendida y aliviada, al mismo tiempo, de ver que el nerviosismo había desaparecido— ¿Y cuáles son los favores?
— ¡Ah, sí! —dijo Lena— El primer favor es la cena de Cardigan. Resulta que no soy capaz de utilizar el abrelatas con una sola mano. —Tomó una latita de salmón y señaló uno de los dos abrelatas eléctricos que había sobre el mármol— Se pone de mal humor si no le doy de comer en cuanto llego a casa. Nunca se lo come directamente, claro, pero, si por lo menos no hago el esfuerzo de complacerlo, tengo problemas.


Kara recordaba a Cardigan con cariño. Era un gatito de color chocolate que encontraron en el parque hacia dos veranos y que actualmente tenía el tamaño de un cerdito pequeño y saludable.


— ¡Dios mío! —Kara se agachó para rascarle justo detrás de las orejas y fue premiada con un concierto de ronroneos— ¿Qué te parece cenar? —le preguntó.


Kara abrió la lata de salmón y localizó el plato y el bol de agua de Cardigan junto a la puerta trasera. Mientras tanto, Lena salió de la cocina y regresó sosteniendo con una mano una caja de tamaño mediano, que apoyaba cuidadosamente contra su cuerpo. Con un ruido sordo la depositó sobre la encimera y se quedó contemplándola. Instantes después, se giró e intentó sonreír, aunque con una expresión algo cansada.


— Estoy segura de que tienes otras cosas que hacer —dijo Lena— Te lo agradezco mucho.
— Me alegra serte de ayuda. —Kara hizo un gesto con la cabeza hacia la caja— ¿Son cosas de Alex?
— Sí. —Lena suspiró profundamente. Le había cambiado el humor: Kara vio la fatiga en sus ojos y percibió el tenso esfuerzo de su voz por parecer normal— Estoy segura de que iré encontrando más cosas a medida que el tiempo pase.


Se quedaron en silencio, dando sorbos a sus refrescos. Finalmente, Lena alcanzó uno de los dos abrelatas, lo desenchufó y lentamente enrolló el cable alrededor.


— Este es el que siempre hemos usado para la comida de las personas —dijo Lena, señalando el abrelatas— La comida de gatos y solo la comida de gatos debe de abrirse con el otro abrelatas. —Levantó la vista y se encontró con la mirada divertida, aunque perpleja, de Kara— ¿Habías oído alguna vez algo tan necio y tiquismiquis en toda tú vida? Un abrelatas para la comida de las personas y otro para la de los gatos. ¿De pequeña ya era así?
— ¿Necia y tiquismiquis? —repitió Kara— Si, de hecho, sí que lo era, pero en casa solo había un abrelatas.
— Pero no había gatos ni perros, ¿verdad? Nada que necesitara de su propio abrelatas.
— Había pájaros, peces y tortugas —confirmó


Kara y vio como Lena agarraba el abrelatas de comida para seres humanos y lo embutía en la caja, con el resto de cosas de Alex. El contenido de la caja consistía en tres libros encuadernados en rustica, una camiseta y varios vinilos. Lena encontró un rollo de precinto y le pidió a Kara que cerrara la caja.


Esperandote (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora