Capitulo diez

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Kara intentaba concentrarse en el taller, pero su mente no hacía más que desviarse y volver a Lena. Habían hablado brevemente aquella mañana, un dialogo somnoliento teñido de bromas e indirectas sexuales. Kara recordaba que, por un momento, había estado a punto de decirle a Lena que la amaba, pero ahora se alegraba de no haberlo hecho. Había algo que la inquietaba y era cómo encajaba Alex en todo aquel asunto. Un mes no es demasiado tiempo cuando se trata de una separación. Kara leyó por encima el programa que había en el material de la conferencia, que prácticamente aún no había tocado, y se familiarizó con lo que iba a tener lugar el resto del fin de semana. Su presentación había ido bien y, una vez superada, esperaba que la parte que quedaba de la conferencia transcurriera sin nervios. «Puede que aprendas algo mientras estás aquí, Danvers.» Miró el reloj y, en silencio, recogió sus cosas: había prometido encontrarse con alguien para comer. Se escabulló del taller y salió al bullicioso vestíbulo. Mike Matthews y Kara habían sido residentes de dermatología en Nueva York cinco años atrás. Durante su formación, en los primeros meses, Mike había pasado buena parte del escaso tiempo libre del que disponían intentando convencer a Kara de que él era el hombre que podía cambiar su vida. Su belleza clásica y el dinero de su familia siempre le habían proporcionado todo lo que quería y la doctora Kara Danvers se había convertido rápidamente en el primer objetivo en su lista de deseos de entonces.


—No puede ser que lo seas.

Kara recordaba las palabras de Mike cuando ella le explicó por primera vez que era lesbiana. Su cara reflejaba un auténtico shock. Kara tenía por norma decir la verdad sobre su sexualidad cada vez que un colega mostraba interés en ella. No tenía suficiente energía para aguantar las desenfrenadas hormonas masculinas y, sinceramente, prefería salir del armario. Sin embargo, Mike Matthews había tardado un poco más que los demás en comprenderlo. Al principio, se negó a creerla, pero en cuanto comprobó que iba en serio asumió la responsabilidad de intentar hacerla cambiar de opinión, de modo que durante dos meses dejó de salir con nadie más, cosa que consideraba como un verdadero sacrificio. La llamaba a cada momento e incluso una noche se presentó en su apartamento.


—Mi primo Clark viene hacia aquí para explicarte lo que significa «déjame en paz» —le dijo Kara cuando lo encontró frente al apartamento.


Al final, se marchó, después de treinta segundos de suplicas y de que ella le cerrara la puerta en las narices. No obstante, la insistencia de Mike era, al mismo tiempo, admirable y fastidiosa. Prosiguió con la persecución durante todo el verano de aquel primer curso y ni siquiera empezó a captar el mensaje hasta principios de octubre, cuando Diana Prince llegó desde Boston con su amante para visitar a Kara. Diana, a su sensata manera, fue capaz de explicárselo con palabras que por fin Mike pudo entender Kara, Diana y su nueva amante habían ido a cenar a un coquetón restaurante Ruso regentado por Tony, un tío de Kara. A lo largo de la noche, Diana tomaba a su amante de la mano con bastante naturalidad y, cada vez que podía, coqueteaba con Angie, la prima de Kara. Todas estaban bebiendo vino y pasándoselo bien hasta que Mike Matthews apareció de la nada y se unió al grupo. Las cosas iban bien hasta que Diana se dio cuenta de que Mike pasaba el brazo por encima de los hombros de Kara. Ella, educadamente, le pidió que apartara el brazo y él lo hizo, pero, de repente, el ambiente había cambiado. Diana miró al doctor Matthews a los ojos y le dijo, de una manera muy sencilla y sin molestarse en bajar la voz:

—Tú tienes polla y a Kara no le gustan las pollas. No importa si es la más grande o la más bonita, Mike: sigue siendo una polla. —Le apuntó con el tenedor y añadió— Si te libras de la polla, aumentarás tus posibilidades. ¿Entiendes a lo que me refiero?


Él se puso de un bonito color rojo y asintió en silencio. Sirvieron más vino y reanudaron la velada jugueteando incomodos con las servilletas. Al día siguiente, Mike se disculpó y, finalmente, Kara y él se convirtieron en grandes amigos. Ahora estaba felizmente casado y con Kara solían comentar los casos interesantes con los que se tropezaban y también intentaban coincidir en las mismas conferencias cada año.


Esperandote (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora