Sin Mirar Atrás.

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Prólogo

Mientras Ámbar daba vueltas y vueltas desesperada por una atención oportuna que calmara su ansiedad desproporcionada, Owen se encontraba en un escenario caótico y desgarrador. Ambos vivían sus propios asuntos llenos de estrés, ira y heridas de las cuales no tenían certeza si desaparecerían algún día.

—Ya has venido tres veces seguidas Ámbar, es algo insano.

—Margaret necesito medicamentos, esta vez te prometo que no quiero ver al doctor, sólo dame algo para aliviar mis síntomas. Por favor.

Mientras ella luchaba por mantener la cordura, repitiendo una y otra vez en su cabeza que estaba bien, que no moriría, él no le importaba perder la cordura y gritar mientras su corazón se oprimía.

—Qué te parece esto, escucha : "Moribundos cuerpos y almas rotas, buscando refugio en otras...en otras...¡Maldita sea!.

—Acéptalo Owen, eres pésimo poeta.

—Mamá no decía eso.

Sus propias palabras lo herían, lo sacudían sin cautela.

—Mamá ya no está.

La falta de sensibilidad de su hermana lo aplastaba aún más.

Mientras ella lavaba sus manos repetida veces, rasgando lo más delicado que poseía, él se sumergía en vastas aguas, dejaba de respirar por minutos y deseaba quedarse allí en lo profundo.

Ámbar y Owen eran dos almas hermosamente rotas, ambos parecían poesía frágil y exquisita. Cuando ambos colisionan inicia un viaje sin retorno donde dos seres infinitamente imperfectos consiguen hallar hilo y aguja, sentarse a coser fisuras por fisuras, fundir los labios en unas manos desgastadas y abrazar las sombras sin mirar atrás.

Sin mirar atrás #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora