11. No hay vuelta atrás.

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¿Sabes distinguir entre amor y deseo?
Pues muchos "confundidos" tienen la manía de saciar las ganas primero. Ese grupo porcentual termina sabiendo que más que ganas, es amor.


Una sorpresiva llovizna nos saluda. Él la recibe con una sonrisa y yo con una cara de incredulidad. Justo cuando estaba contemplándolo bajo la mirada de asombro y sentimientos.

—¿Bailamos bajo la lluvia? —me extiende la mano.

—¿Estás loco? —Le aparto la mano —. Podemos enfermar.

Él nuevamente sonríe, acto seguido alza las manos y dirige su rostro al cielo, donde le impactan muchas gotas de agua.

SÍ, sí está loco.

—Es hora de irme —le aviso.

Abrazo la cámara y el resto de mis cosas con temor que terminen totalmente mojadas. Las coloco en mi hombro.

—Espera.

Una de sus manos me detiene. El tacto frío del roce de sus dedos en mi brazo me estremecen. Es como si su solo contacto  me encendiera cosas que no sabían que existían, y eso me está comenzando a preocupar.

Dirigo mis ojos a él. Él baja sus manos de mi brazo lentamente y termina tomando mi mano. Estoy muerta.

—Te tengo otra invitación.

—¿Ah sí? —Mi voz débil y nerviosa se hace notar.

No puedo hablar bien. El rubor sube a mis mejillas y agradezco a que sea oscuro y esté cayendo agua.

—Sí —Su tono de voz ha cambiado a uno delicado e íntimo —. Quiero que vayas a mi última práctica precompetencia. —Aprieta mi mano.

—¿De?

—Apnea.

Obviamente debe ser de eso. Donde se mete al mar con intención de vivir allá dentro.

—¿Cuándo es?

Sigue sosteniendo mi mano. Estoy al filo de la locura, voy a explotar.

—Pasado mañana. ¿Irás?

—Lo pensaré.

Es mentira, no lo pensaré. Por más que me asuste su deporte extremo, no puedo mentir; me encantaría ir a verlo.

—Vamos, no me digas "lo pensaré"

—Owen está lloviendo.

Tomo de excusa la lluvia para irme huyendo. Pero él me suelta la mano, se quita el abrigo y lo acomoda arriba de ambos, me agarra las manos y hala junto a él. Ambos frente a frente, con las nariz rozando y el abrigo haciendo de paraguas.

Se me bajó el azúcar o se me subió la presión. No sé, pero de aquí no salgo ilesa.

—Resuelto —susurra —. ¿Irás?

Su respiración está chocando con la mía, si es que estoy respirando.

—¿Por qué deseas tanto que vaya?

Ya está, ya he caído. Esa pregunta ha sido sexy y retadora.

—Quiero que me veas. Quiero salir del agua sin oxígeno y que estés ahí para que mis pulmones revivan al verte.

Una mano se alza y recorre mi mejilla. Mi corazón se vuelca y siento que se quiere salir del pecho. No ahora corazón, aguanta.

—¿Qué te ha hecho querer eso?

Sin mirar atrás #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora