*Epílogo*

223 19 8
                                    

Epílogo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Epílogo.


Había pasado un tiempo desde los últimos acontecimientos. Un año para ser exactos.

Rin y Souya estuvieron a punto de perder todas las esperanzas con el tema de Sanzu, hasta que un milagro ocurrió, al onceavo mes iban a pedir que lo desconectarán, su hermano estuvo de acuerdo con eso, pero sus ojos fueron abiertos alertando a todos. Souya se asustó un poco, comenzó a llorar.

Estuvieron atendiéndolo por una semana entera, al principio no hablaba y parecía que no recordaba mucho de lo ocurrido; miraba a Souya y Rin como si fueran dos extraños, pero no decía nada. Veía como aquellos chicos se quedaban siempre en su habitación, cuidándolo como si fuera un valioso tesoro.

Fue en la segunda semana, cuando habló.

—R-rin —al Haitani se le erizó la piel al volver a escuchar aquella rasposa voz —Sou-uya.

Una lágrima resbaló de su mejilla, al fin les estaba hablando.

—¿Sí?

—¿Qu-ue pasó?

Sus novios le intentaron explicar todo de la manera más clara posible, quizás no lo recordaba todo ahora, pero con el tiempo lo haría. El doctor les había explicado que tomaría tiempo volver a recuperar todos sus recuerdos, no había olvidado todo, recordaba a su hermano, a Bonten, pero no recordaba al chico de pelo esponjoso que decía ser su otro novio.

Ni siquiera recordaba que Rin fuera su novio.

—Ya veo —fue todo lo que dijo y luego se quedó dormido.

Fue a finales de ese mes cuando logró volver a casa, una pequeña sonrisa pintaba su rostro. Se sentía feliz de volver a casa, solo que, seguía en shock por la noticia de tener dos novios, casi no se acercaba mucho a Souya y eso hería un poco al menor.

—Hay que darle tiempo pequeño, él te recordará y volverá a estar locamente enamorado de ti, así como lo estoy yo —le decía Rin mientras lo abrazaba.

Sanzu escuchaba aquello a escondidas, emitió un suspiro y se fue de ahí. Se sentía terrible de herir a alguien tan tierno y puro como aquel chico. Le había estado contando a Baji todo aquello, el pelinegro escuchaba todo de forma atenta, aunque realmente miraba lo buenas que se le veían las piernas a su prometido.

—No me estás escuchando, ¿cierto? —Haruchiyo fruncía el ceño.

—Lo siento —se clara la garganta —, entiendo que no recuerdes nada amigo, pero ni siquiera lo estás intentando. Cada que Souya se acerca a ti te apartas como si fuera una especie de virus.

—Me pone nervioso.

—Ya, pero no es como si te apartes y ya, sino que, casi te vas con la vecina para no estar cerca de él. Es difícil para los dos, él pone de su parte no intentando estresarte por todo, pero tú ni siquiera lo miras.

Hey, bebé. || BajifuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora