-¡¡Mierda!!- grite una vez en mi departamento.
No había ido a casa de mi madre. No podía ir así.
Estaba loca, me sentía mal.
Me sentía una mala empleada, una pésima amiga y una degenerada.
No podía creer que había dejado que la hija de mi jefe hiciera conmigo lo que quiera.
-¡¡Diablos!!- grite ahora.
Pensando en el momento en que Becky me había acorralado y la había dejado hacer con mi cuerpo lo que quisiera.
-¡¡Ahggg!!- grite mientras tiraba los almohadones del sofá.
Recordando como había acabado en la mano de aquella rubia.
Rubia que estaba en mi mente a cada segundo. Rubia que cada vez me hacia sentirme loca de deseo por ella. Por poseerla, por hacerla mía, por hacerla gritar mi nombre mientras le hago el amor.
Pero sabía que estaba mal. No podía y nunca podré.
Nunca haría algo así, porque estoy más que segura que sería desilucionar a Arthur. Y no podía hacer eso, después de todo lo que Arthur hizo por mi todos estos años desde que papá murió.
Camine por el pasillo que me llevaba al baño, mientras a cada paso iba dejando mi ropa tirada en el piso. Necesitaba una ducha, me sentía una mierda.
Porque mi cuerpo reacciona de esa manera ante ella. Nunca me había pasado, ni siquiera con Charlotte.
Abrí la canilla para dejar salir el agua helada y meterme allí para bajar la excitación con la que la rubia me había dejado.
-¡¡Estúpida!!- me dije cuando sentí el agua recorrer mi cuerpo.
Me lave el cabello y pase a tomar el jabón para lavar mi cuerpo. En el momento que roce con mi mano mi miembro vino el recuerdo de Becky conmigo en el depósito.
-Maldito traidor.- le dije a mi miembro que ya estaba más que parado.
-Por dios, no podemos, ella es prohibida para nosotros.- cualquiera diría que me estoy volviendo loca por hablarle a mi pene.
Pero no, tengo que respetar a Arthur y tengo que alejarme de Becky. Tengo que tratar de no caer en sus encantos.
Pero me es tan imposible. Sólo pensar en sus manos sobre mi pene me hacen querer ir a buscar a la rubia en su casa y hacerla mía hasta que nuestros cuerpos ardan en pasión.
-¡Ya basta!- dije cuando noté que ya me estaba masturbando pensando en Becky.
No pude aguantar más y seguí hasta acabar en mi propia mano, soltando entre dientes el nombre de aquella rubia.
Salí del baño un poco más relajada. Camine a mi habitación sólo con una toalla enredada en mi cuerpo.
Cuando estaba apunto de abrir la puerta de mi habitación, el timbre sonó.
Mire la hora en el reloj de pared que tenía en el pasillo. Era las 11 pm. Era un poco tarde ya y estaba segura que no esperaba a nadie.
Camine como estaba mientras sostenía la toalla para evitar que se me cayera.
Abrí la puerta y sentí como alguien se tiraba encima de mi cuerpo haciendo trastabillar un par de pasos hacia atrás.
-Hola Freen.- sentí esa voz que creí que me estaba volviendo loca.
Porque cuando me pude acomodar y tomar la cabeza de la mujer que ya estaba mordiendo y lamiendo mi cuello descubrí que si que me estaba volviendo loca por esa rubia.
-¿Charlotte?- dije y la mire sus ojos estaban encendidos.
-Si, ¿quien más?- enfatizó la mujer frente a mi- ¿O acaso esperabas a otra?- me pregunto saltándose de mis hombros y alejándose unos pasos.
-¡No!- dije- Sólo que no sabía que vendrías.
-Ayer me dejaste plantada,- me dijo con un puchero que me calentó- hoy ni lo pienses Chankimha.- me dijo y tomó la toalla dejandome desnuda frente a ella.
-Que hermoso.- dijo mirando mi miembro que estaba un poco despierto debido a lo de hace unos minutos- Déjame ayudarte con eso.- dijo y cayó de rodillas frente a mí.
Tomo mi miembro y se lo llevó a la boca como toda una experta. Comenzó a lamer de arriba, abajo, mientras con su otra mano me empujaba desde mis muslos.
-Dios eres tan grande.- me dijo cuando intentó tomar todo mi miembro en su boca.
Mire hacia abajo y mi cuerpo se encendió. No pude evitar imaginarme a Becky en esa posición tomando todo mi miembro con su boca.
La tomé de los brazos y la levanté. La empuje contra la puerta y la puse de espaldas a mi.
Tome mi pantalón que estaba cerca de nosotras y de mi bolsillo saque un condón.
-No es necesario usar eso, tomo la pastilla.- dijo con la respiración un poco agitada.
-Igual, no quiero arriesgarme.- dije terminado de ponerme el condón.
-Ohh si Freen.- escuché que decía Charlotte y le levanté su falda, corrí su tanga y sin ningún aviso me hundi en ella.
-¡¡Ahhh!!- dijimos a la vez.
Comencé a moverme con desespero. Entrando y saliendo de ella como una loca.
-Dios... Si... Freen... Más duro.- me decía Charlotte.
Salí de su vagina. Lleve mi mano a su entrada y luego de lubricar mis dedos y llevar un poco a su orificio en su trasero.
-Ohh.. No Freen... Aún no- me pidió y la ignore por completo.
Estaba cegada, la viva imagen de Becky masturbándome en el depósito llegó a mi y todo mi cuerpo se encendió.
Tome a Charlotte de los brazos, la arrastre hacia el sofá y la hice inclinar.
Como una loba hambrienta le saque su falda junto con su ropa interior y me volví a enterrar en su centro con una fuerte estocada.
-¡¡Ahhh!!- sentí el grito de Charlotte.
Pero no podía parar. Con los ojos cerrados récordaba la foto de Becky en la playa, el momento en su casa, en momento en el depósito.
Con dos embestidas más me corrí, y ella terminaba conmigo.
-Dios... Eso... Fue...- dijo Charlotte y cayó rendida en el sofá.
Yo me acerqué y la acomodé acostandome a su lado.
-Gracias,- le dije- necesitaba esto.
Ella asíntio y sonrió.
-Cuando quieras.- me dijo y reímos al mismo tiempo.
Dios estoy loca por Becky. Pero se que jamás la podré tener. No por mi.
Sino por Arthur.
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La Señorita Chankimha Freenbecky (Gip)
Romance-Be... Becky... ¿Que haces?. Tu padre puede entrar en cualquier momento.- le dijo una asustada Freen al ver que la hija de su mejor amigo empezar a tocar su entrepierna. -Quiero comprobar con mis propias manos, si lo que mi padre me contó borracho u...