Cualquiera en mi situación diría que soy una persona perseguida por la mala suerte. No es de extrañar que los demás crean que el destino siempre anda jugándome malas pasadas porque, bueno, mi vida siempre está patas arriba. Por suerte —y por el bien de mi salud mental—, hace tiempo que acepté que todas esas hipótesis no son más que estupideces. No es que el destino me odie, ni mucho menos.
El problema soy yo. Durante los diecisiete años que llevo en el mundo, he ido adquiriendo la costumbre de tomar malas decisiones. A todas horas. Esa es la razón por la que muchos de los momentos más importantes de mi vida han acabado en desastre. Y lo mismo pasa con mis relaciones. ¡Menudo caos! Me han roto el corazón tantas veces que he perdido la cuenta. De hecho, ni siquiera recuerdo el nombre de mi primer novio. Aunque supongo que es mejor así.
Mi penúltima relación fue especialmente tortuosa, debo admitir. Él se llamaba Derek. Era el típico chico malo, con moto y tatuajes, que tenía una enorme fila de pretendientes siguiéndole allá a donde iba. Entre las que me encontraba yo, claro. Y él, como por arte de magia, decidió dejar de lado a las demás y fijarse en mí.
La culpa fue mía, para qué mentir. Debí haber sabido desde el principio que las cosas iban a acabar mal. Los polos opuestos no se atraen si uno de ellos tiene tan poco cerebro como Derek. Pero mi pequeña mente de preadolescente no pudo hacer más que ceder ante sus encantos y su cara bonita. Menuda desgracia. Menos mal que nuestra relación solo duró cuatro días.
En fin, siempre he creído que de las malas experiencias se aprende. Supongo que ese pensamiento fue lo que me llevó a escribir la lista. Una mente poco madura —casi tanto como ahora—, un puñado de ilusiones rotas, otras tantas demasiado vivas y un bolígrafo desgastado; no me hizo falta nada más para crear lo que, a partir de entonces, se convertiría en mi filtro personalizado de chicos.
Abrumada por la vergüenza, inmediatamente después de haberla escrito me prometí que jamás se la enseñaría a nadie. A día de hoy sigo respetando esa promesa. Nadie debe ver la lista, nunca. Nadie debe saber de su existencia, nunca. No quiero ni imaginarme qué podría pasar si cayese en manos equivocadas. Podría convertirme en el hazmerreír de la clase, del instituto, del país... O, aún peor, del universo.
Me niego a dejar que un puñado de extraterrestres se ría a mi costa.
Por eso, decidí especificarlo en el papel. Me enamoraré del chico que, aun ignorando la existencia de mi lista, cumpla absolutamente todos los puntos que hace unos años escribí en ella. A lo mejor así consigo esquivar el desastre y evitar que mi corazón acabe hecho añicos otra vez. Y, solo entonces, podré decir que he tomado una buena decisión.
Siendo sincera, parece mucho más sencillo de lo que en realidad es. No olvidemos que la mala suerte sí que me tiene un poquito de apego.
Pero, en fin, no puedo rendirme y no intentarlo.
La esperanza es lo último que se pierde, ¿verdad?
• ────── ✾ ────── •
Dinámica para los que ya han leído la historia: ¿qué les dirías a los nuevos lectores para que se atrevan a leerla? Si alguien quiere participar, ¡que deje aquí su comentario! ♥
Esta novela ha sido retirada de Wattpad por su publicación en físico con Oz Editorial. Está disponible en formato ebook y en papel en todas las librerías de España. Dentro de poco llegará a Latinoamérica. ¡No olvides seguirme en mis redes sociales para estar al tanto de todas las noticias! ♥
REDES SOCIALES DE LA AUTORA
ESTÁS LEYENDO
Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍAS
RomanceDurante mis diecisiete años de vida, me han roto el corazón muchas veces. Por eso hace un par de años decidí escribir la lista: veinte puntos disparatados en los que resumí todo lo que un chico tendría que hacer para enamorarme. La terminé con la c...