15 | Verdaderas intenciones.
El resto de la mañana transcurre con tanta normalidad que no puede hacer más que resultarme aburrida. Me paso las últimas horas de clase preguntándole a todo el mundo por el señor Miller, hasta que me entero de que al parecer no ha pisado el instituto en todo el día. Un alumno de primer año intenta compartir conmigo su teoría acerca de las razones de su ausencia, pero dejo de escucharle en cuanto menciona algo sobre los dedos de los pies y me pierdo por los pasillos deseando no volver a verle en mi vida.
No dejo de darle vueltas a la cabeza mientras introduzco la combinación mi taquilla, dispuesta a guardar todos los libros que no necesito llevarme a casa. Soy consciente de que, sin el señor Miller, la única oportunidad que tenía de modificar el artículo antes de que se publicase se ha ido a pique. Él es la única persona, aparte de mis amigos, que sabe que fui yo quien lo escribió; y prefiero no arriesgarme a dejar que se entere algún otro miembro del equipo.
Sin embargo, me sigue disgustando el hecho de que aquello que redacté vaya a salir a la luz. Aunque ayer me parecía una idea fantástica, pues necesitaba hacerle saber al mundo que Matthew Blackwell no es el centro del mundo, hoy las cosas son diferentes.
No quiero ni imaginarme la cara que pondrá Noah cuando se entere de todo lo que escribí en esa exclusiva.
No después de lo ocurrido hace unas horas.
No después de que haya admitido que está intentando que me enamore de él.
Teniendo en cuenta que el objetivo de la lista es exactamente ese, quizás suene estúpido que su declaración me haya tomado tan por sorpresa. Pero así es. Llevo preguntándome desde entonces por qué lo hace. ¿Qué motivos puede tener para querer algo así?
De todas formas, sé que pensar en ello es inútil. Noah Carter es una persona complicada, y dudo mucho que sea capaz de descifrar cuáles son sus intenciones. Supongo que, de momento, solo tengo que intentar auto—convencerme de que no está consiguiendo lo que se propone.
Ni lo conseguirá.
Nunca.
¿Verdad que no?
Por desgracia, hay una parte de mí que no está de acuerdo con lo que dicta mi cerebro. Decaigo en ella cuando, nada más salir del instituto, un cosquilleo crece en mi vientre al encontrarme con él en las escaleras. Está esperándome, como siempre, para irnos juntos a casa.
Mientras me acerco, me maldigo mentalmente por sentirme de esta manera. Me pregunto qué veneno será más efectivo a la hora de exterminar lo que sea aquello que me revolotea en el estómago.
—Estaba empezando a creer que ibas a evitarme de nuevo —me dice en cuanto llego a su lado. Está dedicándome una de esas bonitas sonrisas que tanto le caracterizan. Estoy a punto de responder, cuando Scott, que ha aparecido de la nada, palmea suavemente la espalda de su amigo.
—¿Nos vamos?
Enarco las cejas.
—Así que hoy tenemos compañía —comento. No me preocupo porque ambos noten el desdén que se palpa en mi voz. El hermano de Kira no es un mal chico, pero trata muy mal a Wesley, y no pienso consentir eso.
Al escucharme, el susodicho se vuelve hacia mí. Su frente oscura se llena de arrugas profundas y, aunque su mirada me intimida, no rompo el contacto visual que acaba de formar.
Habiéndose concienciado de la tensión que está adueñándose del ambiente, Noah se aclara la garganta.
—Scott va a quedarse en mi casa hoy. Tenemos que hacer un trabajo para mañana. Se portará bien durante el camino, no te preocupes —añade, burlón, tras hacerme un gesto para que empiece a caminar.
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Mi conquista tiene una lista | EN LIBRERÍAS
RomansaDurante mis diecisiete años de vida, me han roto el corazón muchas veces. Por eso hace un par de años decidí escribir la lista: veinte puntos disparatados en los que resumí todo lo que un chico tendría que hacer para enamorarme. La terminé con la c...