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Una gota de sangre recorre mi mejilla y la aparto bruscamente con el dorso de la mano

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Una gota de sangre recorre mi mejilla y la aparto bruscamente con el dorso de la mano. 

Me quito las gafas e intento limpiar el lente que me queda, esforzándome por enfocar con un solo ojo a través de la tórrida lluvia el Coffee Shop  que se vislumbra delante de mí desde el volante de mi auto.

Los malditos que me hicieron esto han entrado allí, No sé qué se supone que debo hacer, ¿debería pisar el acelerador y embestir el lugar con mi auto? ¿O debería enfrentarlos y, quizá con suerte, sólo perder el otro lente?

Es muy tarde y mi cerebro apenas logra procesar lo que mi cuerpo ya está haciendo; mis pasos atarantados y torpes  me llevan casi sin darme cuenta hacia el atestado establecimiento. 

Al entrar, las voces juveniles me golpean de lleno; la campanilla que titila sobre mi cabeza parece inútil, escaneo el lugar con la vista limitada de un solo ojo a través de un lente mojado y roto pero no logro encontrarlos, hago otro intento vago de localizar a mis agresores entre la multitud pero, como la primera vez fracaso, Finalmente me doy por vencido y decido consolarme con un café. 

Dejo a un lado del mesón mis ya inútiles gafas, en este punto no sé cómo volveré a casa a ciegas. 

Después de un rato traen mi café, doy algunos tragos del glorioso líquido mientras miro a mi alrededor; a través de mi miopía, los cuerpos borrosos de jóvenes que se ríen y se refugian del diluvio exterior parecen distantes. Me encantaría ser parte de un grupo así, o simplemente pertenecer a algo.

-¿Desea algo más con su café?. 



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