𝙋𝙀 ᴅʀᴏ 𝙍𝙄ᴏꜱ 𝘾𝙊ʀᴛᴇꜱ

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-Buenos días, patrón.
- ¿Qué te trae por aquí tan temprano? -preguntó con voz ronca.

-Patrón, mi papá murió en la redada de hace unos días.

-¿Y?- inquirió el hombre sin mirarle a los ojos.

-Mi mamá... Mi mamá es una mujer ciega, tengo que cuidar de ella y de mi hermano, quería saber si...

-¿Quieres trabajar para mí?- lo interrumpió, evaluando al joven con una mirada penetrante.

-Sí, señor.

-¿Cómo se llamaba tu papá?

-Javier Ríos Araya.

-¿Eres el hijo del Jara?.

-Sí, señor.

-Te recuerdo... Ibas a estudiar para ser doctor, ese perro no paraba de hablar de ti y de tu hermano. ¿Cómo se llama?

-Santiago, señor.

-Me pones en una encrucijada, tu padre no quería esto para ti.

-Señor, no sé a quién más pedir ayuda.

-Ya veo, de un día a otro debes convertirte en un hombre ¿Cuántos años tienes?

-Dieciocho

-No tienes edad para trabajar conmigo... Pero quiero ayudarte ¿Cuál era tu nombre?

-Pedro señor,  haré lo que me ordene.

-¿Matarías si te lo ordeno Pedro?

-Yo...

-El primer requisito para ser uno de mis hombres es ser leal, si quieres trabajar para mí, debes ganarte mi confianza.

-Nunca he matado a nadie, señor.

-Ya veo...Solucionaremos eso, Gómez, trae a la rata.

Un hombre con muestras de tortura, bañado en sangre, totalmente desnudo y con la cara desfigurada debido a los golpes, fue arrastrado y tirado a los pies de Pedro.

-Toma.-El patrón le entregó un arma.

-No sé cómo usarla, señor.

-Separa las piernas, debes enterrar tus dedos en el piso, tómala con las dos manos, observa bien a tu objetivo, tira del gatillo y ya está.

-Señor...

-¡MATA A LA RATA!

Las manos de Pedro temblaban, nunca había sostenido un arma real; era mucho más pesada de lo que imaginó.

Con las manos sudando, ubicó el dedo en el gatillo, pero aún era incapaz de disparar.

-Este perro trabajaba para la gente que hizo la redada donde murió tu padre.

Los ojos de Pedro se abrieron lentamente,el rencor y la ira subieron de sus pies a su cabeza y de repente, sus manos dejaron de temblar.

-¡MÁTALO, PEDRO!

Sin previo aviso, apretó el gatillo asustando a todos, nadie creyó que ese niño escuálido, al que su padre protegía de este mundo se atrevería a disparar, y menos con tan fina puntería.

El primer disparo entre los ojos del agonizante hombre sólo fue el inicio.

Uno.
Dos.
Cuatro.

Seis...

Nueve disparos en total, de no haber sido porque el hombre detrás de él lo tomó del cuello, Pedro habría vaciado el arma.

Su primera cruz.

El joven Pedro ya llevaba en sus hombros su primera carga, un espíritu que lo perseguiría para atormentarlo por el resto de sus días.

Lo más irónico es que el hombre desfigurado que ya se desangraba en el suelo de aquella bodega no tenía nada que ver con los hechos que enlutecían al joven.

Sin saberlo, este chico tan joven acababa de matar a Bruno Báez, patrón y dueño de la zona norte de Puerto Amarella, mejor amigo y mano derecha de Demetrio Verdugo.

El joven Pedro automáticamente se convertía en el patrón por  "derecho de guerra" de la zona que acababa de perder a su jefe según las reglas de Saavana, pero eso era algo que sólo Demetrio y su gente sabían, y ninguno estaba dispuesto a darle la gran noticia.
El patrón observó a Pedro con una mezcla de asombro y rechazo, quería golpear al joven por lo que acababa de hacer pero sabía que su acción no se justificaría, después de todo él se lo pidió. El joven, aún aturdido por ese acto de  violencia que acababa de realizar, se esforzaba por mantener la compostura, la bodega olía a sangre y sudor, el cuerpo inerte de Bruno Báez yacía en el suelo con su vida extinguida por las balas de  Pedro.

-No le dirás nunca a nadie lo que hiciste aquí - susurró Demetrio con su voz fría como el acero. -Eres uno de los míos ahora.

Pedro asintió incapaz de articular palabra alguna. Su mente daba vueltas, tratando de procesar lo que acababa de hacer, ¿Cómo había llegado a este punto? Hacía apenas unos días era un estudiante de medicina soñando con salvar vidas y ahora, se encontraba en medio de un mundo oscuro y peligroso, con la sangre de un hombre en sus manos.

-Te daré algo que hacer - continuó Demetrio, rompiendo el silencio. - Ven aquí en la mañana.

El patrón soltó el cuello de Pedro alejándose sin mostrar emoción alguna, Pedro permaneció allí, mirando el cadáver de Bruno Báez, el hombre al que le había arrebatado la vida, justificandose a sí mismo en su interior repitiendo la frase "se lo merecía " como un mantra.

Mientras caminaba hacia la salida en su mente resonaba la pregunta de ¿Qué camino había tomado?, su padre moriría dos veces si viera lo que acaba de hacer, Jara nunca tomó un arma, era un gran justiciero, creía en la bondad y en la humanidad de las personas, es por eso que murió en medio del fuego cruzado cuando las balas  lo atravesaron como si fuera un papel, él solo era un conserje, no lo merecía.

Pedro Ríos Cortéz llevaba el título de patron de una zona importante de amarella sin saberlo, caminó hacia su casa en la oscuridad de la noche, compró dos pescados en la tienda de la esquina con lo que le quedaba en el bolsillo, para su hermano y su madre, gastó todo esa noche, soltó todo el dinero limpio que le quedaba porque a partir de esa noche todo cambiaría, Merecía todo, pero nunca lo supo y nunca lo sabrá.

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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