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-El parche se lo puede sacar en unas 4 horas, pero si desea puede dejarlo todo el día y sacarlo antes de dormir, sólo es para proteger el ojo por la operación, sacamos algunos residuos pero después de esto volverá a la normalidad, venga a revisión el próximo sábado, debe reclamar estos analgésicos para el dolor,la limpieza no produce dolor realmente, pero reclamelos por prevención - dice la doctora que me revisó y me hizo la curación, lo extraño es que, aunque soy yo el que tiene el parche se dirige totalmente a mi madre.

Perdí mis lentes ayer, ¿puede hacerme una nueva receta?- Interrumpo la conversación buscando recuperar el control de la misma.

Puedo sentir la mirada de mi madre quien al parecer no había notado que los lentes color rosa flúor no eran míos.

-Lo derivare a su oftalmológo para que le de su receta. - dice ella quien ni si quiera me mira y le extiende los informes médicos a mi madre.

-Gracias por tu tiempo Grace, disculpame por llegar sin agendar una cita, era urgente.- Responde mi madre poniéndose de pie.

-No hay problema.- Responde con una sonrisa que no llega a sus ojos.

Por supuesto, ahora lo entiendo, ella ni si quiera le interesa o sabe quién soy, sólo me atendió por mi madre.

-Pude haber venido solo- le dije a mi mamá saliendo del consultori.

-¿De verdad? ¿Y quién te atendería un sábado en la mañana sin una cita? ¿En qué auto ibas a venir? ¿en el que está desvalijado en los patios de Amarella?. -

Siento el frío recorrerme la espalda, aveces odio que mi madre sea policía.

-Quiero que sepas que si quieres un auto nuevo deberás pagarlo tú. - Culmina avanzando rápido dejándome atrás.

Por segunda vez en mis 22 años tomo el transporte público, me sorprende la rapidez con la que me familiarizo.

El tren me dejará afuera de mi universidad, sólo tendré que cruzar la calle y me parece ideal.

El viaje se me hace engorroso pero por extraño que parezca lo disfruto, me perdí de estos detalles por mucho tiempo, viví en una burbuja que mi madre creó para mi, crecí con miedo y tener estos momentos me hacen sentir que tengo el control de mi vida por un momento.

A mis diez años mi padre murió, no recuerdo mucho de ese día, únicamente los relatos inconclusos de mi madre, cabe resaltar que era un fiscal implacable y muy correcto.
Desde entonces ella cambió, construyó una muralla a nuestro alrededor; estudios en casa, cumpleaños con primos que no conozco, me heredó su miedo irracional y sólo ahora cuando disfruto de un insignificante viaje en tren lo noto.

Por ir sumido en mis pensamientos casi me paso de estación.

El día corre lento, me muevo por la universidad como un alma en pena siguiendo mi extenso horario, en mi hora libre voy a la biblioteca a buscar algunos libros que me faltan.

Cuando estoy en camino mi celular suena.

* Número desconocido *

-Si bueno?

- A demás de correr raro caminas con las piernas chuecas. - dice una voz burlona.

-¿qué?

-¿cómo estás chico?

Me toma unos segundos entender quién está en la otra línea, cuando finalmente lo hago empiezo a mirar a mi alrededor

-¿Me estás espiando?

-Estás viniendo en mi dirección, no te estoy espiando. - Responde con una risa que puedo imaginar a través del teléfono.

-Estás en mi universidad, así que si me estás espiando.

-No agendaste mi número, Qué feo.

-Si lo hice - miento.

-Te recuerdo que te estoy viendo en este momento, por tu cara sé que estás mintiendo.

-¿Dónde estás?

- Tienes pésimo sentido de la moda, quién usa chaquetas de Jean en estos días?

- No sé como me criticas cuando tú estabas usando sandalias en día de lluvia - replico, sintiendo una extraña familiaridad en esta conversación.

-Tu ojo se ve mejor.

-Si con mejor te refieres a que no se ve.

-Por eso lo digo, gracias por taparlo.

-¿Me dirás dónde estás?

- Ya pasaste de largo, nos veremos otro día.

-como digas.

-Adiós chico - cuelga.

Me quedo aturdido y empiezo a hacer cuentas mentales, trabaja así que debe ser mayor de edad, pero no lo suficiente para sacar una licencia, por ende no puede ir en la universidad a menos de que sea una niña prodigio, ¿Qué hace en mi universidad?

Finalmente llego a la biblioteca, amo este lugar, es mi lugar seguro.

Después de una larga búsqueda me voy satisfecho con mis libros.

-Hola, llevaré estos - Me dirijo a la chica del mostrador, es nueva estoy seguro, antes había un chico que conozco hace años.

-Sólo se permiten dos. - Dice en un tono casi inaudible sin mirarme a los ojos.

-¿Qué?, ¿Desde cuándo? - respondo sorprendido, esto nunca me había pasado antes.

-Desde siempre. - Responde tímida, su expresión retraída hace que quiera disculparme con ella.

-Pero yo siempre - cierro la boca de golpe, el chico anterior me los daba sin problema porque éramos conocidos de hace años.

-Si los vas a leer aquí puedes sacar los que quieras. - Continúa la chica, su tono de voz es tan suave y tímido que podría pasar por locutora de una sesión de hipnosis.

-¿Eres nueva cierto? - trato de entablar una relación de confianza, si no logro llevarme estos libros a casa terminaré viviendo aquí.

-Si, lo soy. - Dice acomodándose el pelo detrás de las orejas y por primera vez me mira a la cara dejándome ver sus ojos grises, les juro que nunca había visto unos ojos de este color.

-Entiendo- Respondo anonadado sin dejar de ver sus ojos - ¿usas lentes de contacto?. - Como ya es costumbre las palabras salen de mi boca y casi tengo que atraparla en el aire, ¿qué carajos acabo de decir?

-¿Qué? -Su expresión cambia radicalmente, la manera en que fruce el seño es una señal de que he cruzado una línea.

-Perdón, sólo me llevaré estos dos -digo eligiendo al azar y dejando los otros atrás.

Salgo de la biblioteca a toda prisa, sintiendo que mi corazón late tan rápido como el tren que me trajo en la mañana.

SAAVANA DAALÉ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora