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Llegué a casa y grité desde el recibidor asumiendo que mi mamá estaría allí

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Llegué a casa y grité desde el recibidor asumiendo que mi mamá estaría allí.

-¡Mamá llegué!-dije esperando verla aparecer con su habitual cara de preocupación pero sólo el eco de mi propia voz me saludó. - ¡Mamá! - volví a gritar, esta vez con un nudo en el estómago, pero no hubo respuesta.

Miré la hora en mi celular, eran más de las doce, ella debería estar aquí, al notar las 45 llamadas perdidas y los 162 mensajes de WhatsApp mi corazón se hundió, estaba en problemas, el tipo de problemas que te hacen olvidar el dolor palpitante en tu ojo, las gafas rotas en tu bolsillo, o el hecho de que tu auto nuevo estaba abandonado en algún callejón oscuro.

Una ducha caliente me dio el coraje para enfrentar lo inevitable, con manos temblorosas marqué su número, me decepcionó que contestara al primer timbre, no tuve tiempo de reconsiderarlo.

-Te voy a matar - fue su saludo, su voz era un látigo, casi puedo  imaginar  la vena en su frente, el barómetro de su furia.

-Mamá, estoy bien, no me pasó nada malo - balbuceé, una débil defensa ante la tormenta que se avecinaba.

- ¿Sabes lo preocupada que estaba?, he estado patrullando todo Daalé durante horas buscándote, Ben pidió al equipo de inteligencia que rastreara tu celular, me puedes explicar ¿Qué demonios hacías en Amarella?, pensamos que te habían secuestrado,¡incluso pedimos refuerzos Derek!, más te vale tener una buena explicación porque, si no me convence, te enviaré a conversar con San Judas- amenaza finalmente y cuelga.

Mencionó a Judas, eso sólo me confirma que estoy en serios problemas.

La gravedad de mi situación se hizo palpable cuando tres patrullas se estacionaron afuera, uno por uno, los compañeros de trabajo de mi madre me dieron un sermón. Crecí entre estos policías; eran como tíos severos con derecho a regañarme.

-¿Cuántos eran?- preguntó mi mamá, su voz era de acero, su mirada inquebrantable, aún sin abandonar su papel de superintendente de policía.

-¿No debería ir a la comisaría a declarar?- interrumpió Ben con una libreta y bolígrafo en la mano compadeciéndose de mí. Él era el único que no me había reprendído, aún.

-Cállate Ben, sigue escribiendo- le ordenó mi mamá, quien además de ser su jefa es su pareja. Ella no tiene idea de que ya sé lo que sucede entre ellos dos; una madrugada los vi en la cocina, un encuentro traumatico que desearía poder borrar.

Describí los hechos exactamente como ocurrieron, quería ocultarle a mi mamá lo del acoso y ahora medio equipo de la novena comisaría de Daalé lo sabrá.

-Salí temprano de la universidad; tenía unas horas libres y luego avisaron que el profesor de la última hora no llegaría así que decidí volver a casa,en el estacionamiento, un grupo me interceptó. - Hago una pausa porque debo pensar bien cómo expondré lo que sucedió sin hacer más grave el asunto. - No sé qué querían exactamente, robarme, no lo sé,- miento descaradamente por segunda vez en el día, son Deelers que me han acosado desde que mi primer año por ser hijo de una policía, por razones de supervivencia omitiré esa parte.

- Empezaron a golpearme y todo se volvió confuso, uno me golpeó en el ojo, llevaba puestos los lentes, creo que el de vidrio me cortó y por eso se ve así.

-Prosigue- dijo mi mamá de pie frente a mí, fría y distante, totalmente sumida en su papel.

-Vi que tomaron un jeep negro, aún podía ver así que los seguí, llegamos a ese lugar e intenté buscarlos dentro, pero no los encontré.

-Eso fue muy peligroso, debiste llamar a tu madre de inmediato- dijo Hans, otro compañero de mi madre.

-Estamos realizando un operativo muy importante en Amarella, tenemos información de que uno de los grandes líderes de los "Deekreps" está de visita y planeamos emboscarlo este fin de semana, por eso la preocupación- me informó Ben.

-Yo no tenía idea mamá, si hubiera sabido, nunca habría ido a ese lugar.

-Nunca sabes nada Derek- dijo mamá y se dirigió a la salida, su mirada de rechazo sólo hace que me sienta más miserable.

Los compañeros de mi mamá se despidieron de mí, no sin antes dejarme unas cuantas advertencias más.

Veo cómo mi mamá informa algo a sus subordinados, hablan en el jardín de la casa y de a una se van a alejando las patrullas.

- Mañana temprano iremos al médico, de igual forma irás a la universidad.

-Lo siento mamá.-Le digo sincero, aún sabiendo que tendré que humillarme y arrodillarme si es posible para que ella deje pasar esto.

-No digas nada más por hoy, descansa. - Me dice y se dirige a su habitación.

Me quedo unos segundos más en la sala, tratando de asimilar el día que acabo de tener.

Todo fue una seguidilla de malas decisiones por mis impulsos.

Lo peor de todo es que aún no le he dicho a mi mamá que dejé mi auto casi nuevo en uno de los barrios más peligrosos de todo Daalé.

-Estoy jodido.

SAAVANA DAALÉ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora