Epilogo (Parte 2)

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Sería adecuado admitir que ya pasaron varios años desde que esto comenzó. Boruto y Sarada ya tenían sus quince años, Himawari estaba por cumplir sus nueve, mi madre, Natalia ya se había vuelto a casar por lo que el castillo ahora era solamente nuestro.

A decir verdad, nuestra vida era preciosa, desde que mi marido... Uzumaki Naruto o... mejor conocido como la Parca me empezó a abordar en las noches... nuestros mundos cobraron una chispa distinta.

Sin embargo, hace unos meses mi marido volvió a recaer en su depresión. Él es un hombre muy golpeado por la vida misma. Se muy bien que no se rinde por los niños, por mi... por todo lo que el significa, pero también está claro que un hombre como el, de vez en cuando, tiene que tener el derecho de sentirse débil al menos una vez en su vida.

Desde que Kurama murió, sé que Naruto estuvo evitando exteriorizar aquello... lo sé por qué ese santuario que el mismo le construyo no es un simple regalo a ese animal que en nuestro pasado, nos salvó... si no que, más significativo todavía, es una clara muestra de respeto y honor a quizás... un amigo.

Mi marido perdió otro ser querido, lo hizo cuando era apenas un niño siendo su madre la que lo abandono, luego lo hizo cuando fue adolescente al ser su madrastra, la mujer que murió por culpa de un cáncer. Con el tiempo, lo hizo con su ex mujer, aquella que engendro en una infidelidad a Sarada, en parte... lo hizo conmigo luego de dejar a Kurama en el quirófano en el que atendían a Hana, lo volvió a hacer cuando Sakura murió y por último... lo hizo ahora con Kurama.

No derramo lagrima alguna... quizás, ante nuestros llantos... ser el quien resguarde a Boruto, a Sarada y Himawari... fue una suerte de pilar en el cual apoyarnos. Sin embargo, Natalia y yo, que también teníamos la lagrima en el rostro, supimos que, de todos los presentes, el que más sufría era él.

Eso trascendía aún más allá al dolor físico, lo sabemos por qué ese animal en sus últimos momentos, incluso agonizando, lo busco a él. sus ojos pedían por el e incluso, sus garras, que de forma quizás... involuntaria rasgaron parte de su brazo izquierdo a la altura de su hombro para que el se acercara lo suficiente... para un último adiós.

El solo recordar eso me devuelve a ese día en el que mi marido apoyo su frente en contra del rostro de aquel Leopardo que luego de un rato detuvo sus respiraciones para al fin morir en paz.

Lo enterró en ese santuario en el cual, hay veces que mi marido pasa mucho tiempo solo... y claro, allí note lo que quizás... me esta quitando a la persona que mas amo. Naruto se siente totalmente solo.

Yo trabajo todo el día, ser reina no es una labor sencilla, necesito estar de aquí para allá todo el día, las juntas no discriminan en horarios o en agendas familiares. Los niños ya tienen una edad en la cual, quieren salir a divertirse al centro, estar solos con sus amigos o a veces, solo estar en sus habitaciones... no es reclamo... al final, es normal, ellos son adolescentes y es lo que un adolescente hace.

Por el lado de Himawari, al ser verano, ella está en un campamento de vacaciones y pasa las noches en casa de Hiashi y Hana dado que ellos viven a pocas cuadras de su colonia de vacaciones.

Entonces... si, estos meses Naruto ha estado solo... teniendo mucho tiempo para pensar, para hablar consigo mismo y quizás... como escuche en su momento cuando volvió de Rontumbria posterior a finalizar la guerra... para hablar con "la parca".

Sin embargo, quizás... me toca a mi poner de mi parte, quizás me toca a mi poner todo lo que tengo para ayudarlo... porque él está buscando ayuda.

Se que lo hace... lo sé cuándo lo veo... lo sé por qué justo ahora, que estoy de pie a un lado de la cama, viendolo a él, acostado de su lado de la cama, esperando por mi llegada. Puedo verlo, puedo verlo en ese cuerpo castigado, en esa cara marcada por las balas que esa zorra disparo, en ese brazo que fue el escudo de varios ataques... lo sé en ese rostro de calma.

Aves rotas (NaruHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora