Capítulo 11 Final

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Dedicado a aquellos que esperaron por este final, ojalá no les decepcione.


Louis me miraba sin moverse, mientras yo seguía desconcertado y la palidez que el miedo pintaba en mi cara solo era reflejo de lo petrificado que estaba.

Dime tú, criatura que me lees, ¿me tacharías de cobarde?

Pues hazlo.

Hazlo, porque sentía el miedo punzando en mis sienes y mi cuerpo temblaba sin control, solo la adrenalina me impulsaba a seguir de pie y no desplomarme. Pero, cómo no sentir miedo si Malik continuaba hablando delante de sus invitados, y cuando él dijo "mi prometido y yo les tenemos una sorpresa" yo estaba seguro de que él se refería a Louis. A Louis y su próxima boda.

—Harry...—repitió mi aún esposo, y el soplo de su aliento fue débil cuando llegó a mí. Quizás por la distancia que me castigaba o tal vez era porque aquellos no éramos nosotros, solo eran dos fantasmas que se parecían a nosotros y los fantasmas ya no sienten nada, la vida se les ha escapado, igual que a mí.

En ese momento ni siquiera reparé en que Louis había pronunciado mi nombre perfectamente, dos veces. Ser más analítico me hubiera servido.

—Vamos —le dije, y sin pensarlo, le tomé de la mano y tiré de él para llevarlo hacia afuera, cerca de los jardines que bordeaban la propiedad de Malik, tiré de él y ambos nos alejamos del baile, con las prisas de un futuro cruel.

Anhelaba un momento a solas, una última oportunidad desesperada, ¡detengan todos los relojes del mundo! ¡Alguien, por favor! Pensé y esperé que un ángel milagroso me escuchara, pero no llegó. Esta vez tuve que salvarme yo solo, así que apreté el agarre y comencé a correr.

Tuve un déjà vu mientras Louis corría de mi mano, recordé mi infancia, la sensación de la arena quemándome los pies descalzos y la piel abriéndose en heridas, siendo un niño ya no me importaba, porque sabía que el océano me esperaba. Me sentí igual en ese momento, confundido y perdido, entre la posibilidad de redención o el umbral de la muerte.

Pronto estábamos trotando, cada vez más lejos, llegamos a una parte boscosa, todavía podía ver las luces del salón y a lo lejos escuchaba la música de violines. Su mano era cálida pero el contacto se sentía irreal, intenté ser gentil, pero me urgía alejarlo de quien consideraba mi rival hasta que alcancé a escuchar un jadeo. Sabía que lo estaba lastimando, pero no lo solté, en cambio nos detuve.

Dejé de apretar su muñeca para no lastimar su piel blanca, mi respiración seguía agitada temiendo que él rompiera el contacto y huyera de mí, eso terminaría por romperme. No solté su mano, en cambio enredé mis dedos suavemente con los suyos y con una súplica en mis ojos para que no me rechazara, lo miré.

—Louis, no te vayas...

Sus ojos me miraron, debería encontrar odio o repulsión en ellos, sin embargo; compasión fue todo lo que vi en el momento en que él aceptó el contacto y ahí fue cuando el escalofrío me abandonó.

Sí, tal vez era mi absolución...

Las nubes negras comenzaron a condensarse en el cielo y una ráfaga de viento helado nos encontró de frente.

—¿Te he dicho alguna vez que amo tus manos, Louis?

—Harry... —repitió.

El acento sueco parecía lejano en mi nombre cada vez que él lo pronunciaba esa noche y yo, embelesado por su presencia, no lo noté.

—Son perfectas, la medida exacta, y son suaves y... amo tus manos.

Él parecía sorprendido por mi repentino romanticismo, porque nunca le había dicho algo así, pero había decidido no callar más.

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⏰ Última actualización: Apr 17 ⏰

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Regresa, Louis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora